Un triángulo

Casi ocho horas de salir, cuando la ansiedad es demasiada, a la zona designada para los que se quieren morir bajo sus propios términos: el área de fumar.

La peor parte de todo es la espera, acompañada de la incertidumbre.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Melissa Cassab

Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos

El primer indicio fue cuando se desplomó en la banqueta, tardó casi un minuto en reaccionar. Sus primeras palabras fueron: “Me quiero morir”, refiriéndose al dolor que sentía en el codo. Resultó en una fractura que requirió de una cirugía y unos cuantos clavos y tornillos de titanio para que pudiera recuperar la movilidad. Meses después, se desvaneció mientras tomaba una copa de vino. El ruido de su cuerpo al caer y de la copa al romperse en mil pedazos, simulando una lluvia de estrellas, era lo de menos. En realidad nos preocupó el riachuelo de sangre que salía de su nariz por el golpe y la presión tan baja que apenas la podía leer el aparato.

Lee aquí el artículo completo.

LAS MÁS VISTAS