Por: Arnoldo Kraus
Ilustración: Izak Peón, cortesía de Nexos
Ser viejo, pobre y enfermo es una suerte de pandemonio tanto para la persona como para sus allegados, sin obviar el maltrato al cual son sometidos (en las clases adineradas los viejos también son humillados y objeto de abuso). Para los segmentos con posibilidades económicas la vejez puede significar dignidad, alegrías, deseos y productividad, aunque, nuevamente, es imposible soslayar que en algunas naciones ricas el suicidio es “frecuente”; la depresión por abandono, soledad o debida a la pérdida del núcleo familiar suele ser condición subyacente.
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