Por: Paola A. Tenorio-Rodríguez
Ilustración: Jorge Landa, cortesía de Nexos
Las algas marinas crecen de forma abundante en los océanos y mares. Incluso cuando se cultivan, no requieren fertilizantes artificiales, ni limpieza de agua, por lo que su impacto ambiental es mínimo. Desde el punto de vista nutricional, las algas son bajas en calorías, presentan alta concentración de proteínas, fibra dietética, minerales y vitaminas. En general, el contenido de proteínas de las algas es comparable al que se encuentra en su contraparte, los vegetales terrestres ricos en proteínas, tales como la espinaca, la coliflor, la soya y los garbanzos. Además, son ricas en aminoácidos no esenciales, como la glicina, arginina, alanina y el ácido glutámico, con lo que ayudan a cubrir los requerimientos de aminoácidos indicados por la FAO y la OMS. Además, el contenido en minerales en algas es alto: aproximadamente un 36 % de peso seco. Dentro de los macrominerales se incluye el sodio, calcio, potasio, cloro, sulfuro y fósforo. Por ejemplo, una porción del alga verde, Ulva lactuca, aporta alrededor de 257 mg de calcio, similar al aporte del queso. En los microminerales se incluye el yodo, hierro, zinc, cobre, selenio, molibdeno, flúor, manganeso, boro, níquel y cobalto, casi todos con importante función biológica al actuar como cofactores para el funcionamiento óptimo de varias enzimas.