Mal, muy mal la administración pública federal. La Presidenta Claudia se equivoca rotundamente al estar postergando una entrevista protocolaria con el gobernador electo Pablo Lemus “hasta que asuma formalmente la posesión de su encargo”.
No tiene razón de hacerlo así. Ya les ha abierto las puertas de Palacio Nacional a otros gobernadores que se encuentran en las mismas condiciones de Pablo Lemus, mostrando así su desprecio por Jalisco. Palacio Nacional no es propiedad de un partido. El Palacio Nacional, como dijo su anterior ocupante, es la casa del pueblo, es la casa de todos, no es un club privado para los cuates.
Independientemente de la falta de educación y la observancia del protocolo federativo, tenemos un problema en ciernes con el presupuesto federal proyectado para el año próximo.
Se dice que la propuesta presupuestal del Gobierno Federal para el año 2025, contempla una disminución de recursos para la Universidad de Guadalajara, un recorte significativo del presupuesto asignado al CIATEJ (Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco) impensable en el proyecto que tanto pregonó la señora Claudia, de impulsar el desarrollo de la tecnología, aunque ya el rector de la Casa de Estudios declaró este fin de semana que la información es incorrecta y que la Universidad tendrá incluso mayor presupuesto pero eso se verá cuando se apruebe. Por lo tanto reina la incertidumbre.
En el proyecto del Gobierno Federal también se reduce el presupuesto destinado al Programa de Sanidad Agroalimentaria, proyectos de rehabilitación de la red de carreteras en la Entidad, vía de paso imprescindible hacia y desde los puertos de Manzanillo y Tampico, y con un aeropuerto en plena renovación y ampliación; en un tema sensible como el del saneamiento de la cuenca Lerma-Santiago, no se contempla en el proyecto elaborado por el señor secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O. una asignación que permita que los jaliscienses podamos tener acceso a un derecho humano indiscutible como es el del uso de agua no contaminada.
La actitud del Gobierno Federal refleja el espíritu vengativo del régimen contra quien no está de acuerdo con sus planes y proyectos. De esta manera como el futuro gobierno de Pablo Lemus no pertenece, ni es simpatizante ni adherente al partido en el poder, es claro que no merece el trato que en cambio si reciben afines como el caso del gobernador Rocha de Sinaloa, que ha recibido siempre el apoyo incondicional del centro pese a sus desatinos evidentes como gobernador.
El pueblo de Jalisco decidió apoyar el proyecto de Gobierno del Partido Movimiento Naranja; no le gustó el de Morena, y actuó dentro del marco de la democracia, votó con la libertad que se tiene reglamentada constitucionalmente, pero eso ya es historia pasada, fue una cuestión previa a la más importante, que es la gobernación.
No se justifica que desde la administración federal se sigan manteniendo los rencores y se alimenten las vendettas todo por no haber simpatizado con su causa. Si tanto se pregona la democracia y el absurdo del “humanismo mexicano” debiera practicarse lo que se predica -como bien decía San Jerónimo- porque no puede estarse presumiendo cada mañana de un quehacer público impoluto y un gobierno para todos, cuando se mantiene relegado a Jalisco, que también es México.
La señora Claudia debe recordar que Jalisco es la cuna del Federalismo, y que ha sido de tanta importancia y trascendencia en la historia que Guadalajara, su capital, en tiempos del Presidente Benito Juárez, fue también la Capital de la República y la participación de los jaliscienses en el progreso de México es indiscutible a lo largo de la historia.
Nos hemos constituido en una República Federal, todos los Estados tenemos plena soberanía y merecemos respeto y trato igual; Jalisco merece un trato respetuoso; el gobierno federal no da limosna a los estados, es su obligación distribuir los recursos que los propios Estados le ayudan a recaudar; los jaliscienses no estamos dispuestos a tolerar ni la discriminación ni el abuso, exigimos un trato justo y respetuoso, guste o no el color del partido del que haya emanado su gobernador, porque una vez que se llevan a cabo las elecciones, los gobernantes no representan al partido que los propuso sino a los ciudadanos que gobiernan.