Trenes, trenes. En el sexenio del presidente López Obrador, se inauguró el Tren Maya que cubre la ruta Campeche-Cancún a lo largo de 1,500 kilómetros, conectando cinco estados. También se rehabilitó la ruta del Tren Interoceánico, que une el Golfo de México con el Océano Pacífico, una red ferroviaria preponderantemente destinada al transporte de carga que cruza el Istmo de Tehuantepec para unir los puertos de Salina Cruz, Oaxaca y Coatzacoalcos, Veracruz.
El primero, con fin turístico, ha sido objeto de severas críticas y protestas principalmente por parte de ambientalistas por los daños ecológicos que ha producido. El presidente prometió que con su construcción no se talaría un solo árbol y se cuidarían los manglares y los cenotes; no fue cierto, pues se talaron más de 8 millones de árboles, se dañaron irremediablemente muchos cenotes y fuentes de agua, se dañó la flora y la fauna de la selva maya, y además se excedió con mucho el presupuesto del gobierno federal, dañando al erario y ulteriormente a todos los contribuyentes.
El segundo no es una maravilla; la información que se tiene es escueta gracias a los mecanismos de secrecía que ha impuesto la actual administración federal, lo que hace suponer que no ha tenido el éxito esperado, si no ya se hubieran puesto los panegiristas a cacarear el huevo.
Otro tren. El México-Toluca. El presidente Enrique Peña Nieto aseguró que al concluir su sexenio dejaría terminado el tramo faltante y no lo hizo; palabra no cumplida. El presidente López Obrador toma la estafeta y también promete concluirlo mucho antes que terminara su sexenio, y resultó otra promesa incumplida.
Un tren más. El Tren Bala México-Querétaro-Guadalajara. El presidente Vicente Fox lo anunció con bombo y platillo. No cumplió con su palabra. Felipe Calderón presumió el Hyperloop, diseñado por Elon Musk, que conectaría México-Guadalajara en menos de dos horas y otra promesa incumplida.
A muchos nos ilusionaron con el regreso de los maravillosos viajes en tren a la Ciudad de México. Quienes de ustedes no recuerdan aquellos inolvidables viajes a la Ciudad de los Palacios; salíamos a las 8.30 de la noche en el Pullman, y a las 8.30 de la mañana ya estábamos llegando a la estación de Buenavista en el Distrito Federal después de haber probado aquellos desayunos que ofrecían en el carro comedor: fruta, jugo de naranja, huevos al gusto, pan tostado, bísquets, mantequilla, mermelada y delicioso café, todo con el inolvidable olor a tren, una especie de “je nesaispas” que nunca he vuelto a experimentar, ni en olor, ni en sabor.
Dejemos el recuerdo y volvamos a la realidad. Todo quedó en otra promesa incumplida.
En la gira que presenta el presidente López Obrador por todo el país, su Tour 2024: “Me voy pero me quedo. La despedida”, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, que seguramente será quien nos gobierne a partir del primer día del mes de octubre de 2024, ha prometido construir y poner en funcionamiento durante su gobierno un tren que conectará la Ciudad de México con la Ciudad de Guadalajara.
A ver si es cierto esta vez. De ser así, ojalá y que no se causen daños medio ambientales y no se salga del presupuesto que tenga destinado para ello. Espero que la doctora Sheinbaum Pardo sea distinta a quienes la han precedido en el cargo, pues todos han echado mentiras y han hecho promesas falsas.
Si tantea que no puede, doctora Claudia: mejor no prometa nada, deje las cosas como están.
Yo espero que usted sí honre a su palabra y honre su cargo; como primera mujer que nos gobernará, tengo grandes esperanzas e ilusiones que usted haya sido nuestra mejor elección. No nos defraude por favor, no queremos más mentiras, no queremos más engaños. El pueblo merece que se le hable siempre con la verdad y que se le cumplan las promesas que le hacen. Usted tiene la palabra: espero la honre. El género no marca diferencia.