Gente loca

Monterrey /

Puede ser que a medida que voy progresivamente volviéndome más antisocial, mis opiniones sobre las personas se tornan más acentuadas, si no es que exageradas.

Pero debo decir que todavía conservo un atisbo de claridad mental y mi capacidad de observación sigue en niveles, creo, efectivos. Mis sentidos, aguzados a veces por una fresca brisa que perfunde mis pulmones y luego se distribuye por el sistema sanguíneo, logra captar patrones de comportamiento que de inmediato identifico como generados por gente loca. Ahora le explico a qué me refiero.

Hay de todo; furibundos, rabiosos, melancólicos, depresivos, ingobernables, oscuros, impredecibles, histéricos y chiflados, entre otros muchos perfiles. Siento que todos tenemos un poquito de esto, un tanto de lo otro y otro más de aquello. Pero en general no sobresale ningún elemento de éstos de manera importante. Nuestros sistemas nerviosos son muy delicados y esto nos predispone a mostrar conductas perniciosas o erráticas, y actuar de maneras particularmente extrañas. Pero yo me refiero a aquellas manifestaciones que, estadísticamente, sobrepasan aquello que en consenso hemos denominado como “normal”, es decir, aquello que se adapta a la o las normas. Entonces tenemos varios niveles, fases o intensidades. En cuanto a expresiones violentas, por ejemplo, hay quienes no solo agreden a otros, sino que, de plano, los matan. Y en el otro extremo están los que se autodestruyen, ya sea por vía del suicidio o entregándose deliberadamente al abuso de sustancias perjudiciales. También tenemos a mentirosos compulsivos, a manipuladores que siempre están sonriendo, a desquiciados que ocultan conductas sexuales desviadas y a psicópatas que gozan con el sufrimiento ajeno. Hay de todo y siempre lo habrá. Por eso la psiquiatría se ocupa de categorizar todos estos comportamientos para intentar, primero, comprender nuestra naturaleza, y después para crear terapias que disminuyan y controlen los efectos nefastos de estas exhibiciones de conducta.

Somos, pues, una gran colección de patologías. Y somos tan creativos que siempre inventamos alguna barbaridad nueva, bajo cualquier pretexto o a la menor excitación. No tenemos remedio. Bueno, sí: que nos caiga el meteorito y termine con todo. Pero no llega: la NASA advierte cada 15 días que ya viene uno nuevo, pero siempre se pasa de largo y no ocurre nada.

Y no solo es la gente loca a la que debemos observar, pues ese no es el único problema que tenemos. Lidiar con tontos, imbéciles, fanáticos radicales, cretinos y subnormales abre otra funesta gama de variedades pesadillescas. Me preguntan si debemos prestarles atención a personas con este perfil; mi respuesta es contundentemente clarísima, absoluta, específica, intransferible e insoslayable: no. Uno jamás debe siquiera considerar tal posibilidad, por más apremiante que sea. Lo mejor es evitarlos y dejar que otros los atiendan. Es un tema no solo de perder el tiempo, sino de salud mental.

Y de la gente loca, que usted de seguro conoce no uno, sino a varios, lo recomendable es pensar con claridad y preguntarse que, si te sientes inclinado a establecer alguna relación con ellos, advertir que tal ímpetu puede ser patológico (a veces uno lo hace por curiosidad, por inercia o por travesura), pero al final, cualquier desavenencia que ocurra como consecuencia de tal interacción será tu responsabilidad y de nadie más. Así que, como ya indiqué, no debemos esperar a averiguar qué carajo puede ocurrir si te involucras con semejantes personajes y lo mejor es quedarse con la duda, y no sufrir las consecuencias.

Pero como dije, quizá toda esta estéril elucubración venga como consecuencia de mi tendencia a rechazar las interacciones sociales y a replegarme dentro de mí mismo, y gozar de mis divagaciones y disparates. Y alguien –tal vez muchos– me consideren por tal motivo loco o arrebatado. Y puede que tengan razón. Entonces la terapia es salir lo menos posible a la calle y seguir con las cosas de uno, y que el mundo siga girando.

Y claro, esperar al meteorito, que ya llegará.


  • Adrián Herrera
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.