Trist, un diplomático con ética, olvidado

Ciudad de México /

Washington. El diplomático americano que le dio a Estados Unidos la tercera mayor adquisición territorial en su historia, a costa de México, permanece en el olvido en su propia tierra.

Los restos de Nicholas Trist, el hombre que obtuvo para su país 1.3 millones de kilómetros cuadrados, reposan debajo de una piedra de 60 centímetros de altura, granito gris en forma de cubo.

Visité hace unos días su tumba en el Cementerio Ivy Hill, en el número 2823 de la calle King en Alexandria, Virginia, con motivo del 173 aniversario del Tratado de Guadalupe Hidalgo, conocido en Estados Unidos con el eufemismo de Cesión Mexicana.

No hay un monumento, columna, estatua o busto que le rinda pleitesía. Es una mera piedra sin epitafio y sin flores que lo recuerden, inscrita con esta leyenda:

Nicholas Philip Trist

Born Charlottesville, Va. June 2 1800

Died Alexandria, Va. Feb 11 1874

He negotiated & signed Treaty

With Mexico Feb. 2 1848 

Trist, un diplomático con ética, olvidado.

A pesar de que Trist negoció y firmó el Tratado el 2 de febrero de 1848, con enorme ventaja para su país, ignoró las instrucciones del presidente James Polk de anexar aún más territorio de lo acordado con los mexicanos, incluyendo a la península de Baja California y el centro de nuestro país, que México se salvó de perderlos gracias a un diplomático con cierto sentido de la ética y el prurito de la vergüenza.

Según una caricatura de la prensa estadunidense, las instrucciones de Polk a Trist eran marcar en el mapa una línea paralela que va a lo largo del Pacífico al Golfo, por debajo de la capital mexicana, mientras que con voz firme advierte a los alarmados negociadores mexicanos: “Mi gobierno, señores, tomará no menos (de lo marcado)”.

Más tarde, Trist recordó en una carta dirigida a su esposa Virginia Jefferson Randolph, nieta del presidente Thomas Jefferson:

“Si esos mexicanos hubieran podido leer en mi corazón aquel momento —como su contraparte Bernardo Couto—, se hubieran percatado que mi sentimiento de vergüenza como americano era más profundo que el suyo como mexicanos.... Mi objetivo no fue el de obtener todo lo que yo pudiera, sino por el contrario, firmar un tratado lo menos opresivo posible para México y que fuera compatible con ser aceptado en casa.

“En esto fui gobernado por dos consideraciones; una era la injusticia de la guerra, como un abuso de poder de nuestra parte; la otra era que entre más desigual fuese el tratado contra México, más fuertes serían los planos de oposición a él para ser aceptado en el Congreso mexicano por el partido que había alardeado su habilidad de frustrar cualquier medida de paz”.

A su regreso a Washington, Trist fue despedido de inmediato por insubordinación y murió años más tarde siendo modesto jefe de correos de Alexandria.

Sobre la triste historia de Trist, tan trágica para México, el embajador mexicano Alejandro Sobarzo escribió Deber y conciencia: Nicolás Trist, el negociador norteamericano en la Guerra del 47. Se trata de un recuento histórico del mayor trauma sufrido por la nación mexicana y del homenaje a un hombre “que no pudiendo tener un monumento en México por obvias razones” (como se lo dijo un día el mismo Sobarzo al colega Ricardo Villanueva), merece nuestro respeto por haber actuado con cierto grado de integridad y ética.

Por la mano y en el mapa de Trist se marcó el destino de México y de Estados Unidos, hace 173 años.

gutierrez.canet@milenio.com
@AGutierrezCanet

  • Agustín Gutiérrez Canet
  • gutierrez.canet@milenio.com
  • Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación (U. Iberoamericana). Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002). / Escribe todos los jueves su columna Sin ataduras
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