Ayotzinapa, ¿justicia apurada?

Ciudad de México /

Se cumplen 10 años de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y el avance de las investigaciones en este sexenio es que no saben cuál fue la verdad de lo ocurrido con los jóvenes. Sin embargo, se están dando una serie de coincidencias que regresarán el tema al origen de ese crimen atroz.

Al menos eso apuntan las reaprehensiones de Gildardo López Astudillo, alias El Gil, que ya era testigo protegido de la FGR y, ante la falta de verificación de sus dichos, le revivieron una orden de aprehensión y lo volvieron a meter a la cárcel. Además de quienes fueron torturados durante la investigación de la PGR en el periodo de Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón: Marco Antonio Ríos Berber y Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo.

Ríos Berber fue uno de los primeros integrantes de Guerreros Unidos que detuvo la Fiscalía de Guerrero en 2014. Ante esa autoridad declaró (sin tortura de por medio) que existieron distintas rutas de desaparición, que la organización delictiva actuó por células y que un grupo de estudiantes fue conducido a la comandancia por instrucciones del subdirector de la policía de Iguala, Francisco Salgado Valladares. A Ríos Berber le aseguraron un celular que contenía imágenes de hechos delictivos en los que admitió haber participado, por lo que su liberación, a consecuencia de la tortura en PGR, pudo evitarse con todos los demás crímenes que cargaba y la declaración previamente realizada.

El Cepillo también fue torturado, de hecho hay videos del maltrato que recibió en la detención por parte de Zerón. Sin embargo, personas con conocimiento de la investigación señalan que además de esa confesión obtenida de forma ilegal, pesan pruebas que demuestran su plena responsabilidad en la desaparición y ejecución de los 43 normalistas.

Hay otros personajes clave que siguen sin ser buscados, detenidos e interrogados como El Pajarraco y La Rana que podrían aportar detalles para confirmar o descartar hipótesis de lo ocurrido.

Además de las detenciones logradas en las últimas semanas, se han ofrecido recompensas a quien dé información del caso y se encontraron “nuevos” restos en Cocula, un municipio previamente inspeccionado. Hechos que apuntan a que se busca apresurar una nueva narrativa, pero cualquiera de las “verdades” estará alejada de la justicia si llega sin claridad, ni evidencia científica, como tanto insistió en su recomendación la entonces Comisión Nacional de Derechos Humanos, que quedó bajó una “Piedra”.


  • Alejandro Domínguez
  • alejandro.dominguez@milenio.com
  • Periodista por pasión. Dirijo y conduzco #AlexEnMilenio L-V #22hrs. Escribo la columna #RecuentoDeLosDaños cada martes. Profesor en la Universidad Iberoamericana
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