Afuera del salón Sultepec del hotel Radisson de Toluca, cuarto de guerra de Delfina Gómez la noche de la elección, hubo pasarela de allegados a ella y a sus principales impulsores Horacio Duarte e Higinio Martínez. Los iban a felicitar y a pasar lista. “Aquí estamos”, les decían. Les pedían tomarse fotos y grabar videos, dejando testimonio de la visita y del trabajo electoral que hicieron.
¿Para qué? Para obtener un beneficio con el triunfo. Un empleo. El llamado “hueso”. Por el que realmente hicieron campaña. ¿No fue por la gente? ¿No que primero los pobres? ¿No pretendían sacar al PRI para hacer cosas diferentes? Ninguno hablaba de eso.
Uno de los porristas que esperaban afuera de ese salón comentaba a lado mío: “lo bueno viene cuando se reparta el pastel. Que si director, subdirector”. “Eso sí”, le contestó otro.
Aunque la actitud oportunista representa todo lo que Delfina dice detestar, como la ayudaron a ganar, los recompensará.
Desde la campaña ella sabía que ocurriría. Se lo pregunté el día que la acompañé para cubrir uno de sus recorridos proselitistas. En la entrevista que me dio en el trayecto me confirmó que muchos la habían buscado para sumarse y tener un empleo en su administración. Me aseguró que, de resultar ganadora, les advertiría que están para servir a la gente y no para servirse a ellos mismos. Y que a la primera se irían. ¿Se los cumplirá?
A su gobierno se sumarán los que la respaldaron desde la campaña de 2017, además de priistas y panistas que ahora operaron para ella. Así como los del Partido Verde que le dio el porcentaje con el que superó la votación de su contrincante, que llegaron con Del Mazo y ahora se mantendrán con ella.
Queda claro que en México las elecciones son de cuotas y de cuates. Y quien crea lo contrario está equivocado. Basta ver lo que ocurría en Coahuila con los representantes de la coalición Va por México, mientras la pasarela de lambisconería seguía en Toluca.
Los presidentes del PRI, PAN y PRD, que volaron juntos de Toluca a Saltillo en un avión privado, al que hasta quien se dice de izquierda, Jesús Zambrano, se trepó, llegaron al festejo de Manolo Jiménez, su candidato ganador. Ahí posaron para la foto, pasaron lista para que nadie olvide que fueron juntos, y por ello habrán de repartirse el pastel.
Sin embargo, los ganadores de esta elección, Delfina Gómez y Manolo Jiménez, tienen en sus manos la posibilidad de ignorar esos “compromisos” de cuotas y de cuates para evitar que quienes los rodean se beneficien a costa de los que les dieron su respaldo en las urnas.