Washington D.C. Estados Unidos decide hoy entre Kamala Harris o Donald Trump para gobernar este país durante los próximos cuatro años. Y con ello se definirá el rumbo que tomará la relación con México.
Ambos representarán retos importantes en materia migratoria, combate al crimen organizado y comercio. Aunque sus visiones y métodos son completamente distintos.
Los expertos aquí en DC ven complicado para México cualquiera de los dos escenarios, pues ambos candidatos han manifestado su intención de renovar la colaboración en los tres temas.
Para la mayoría de los mexicanos, los riesgos son mayores si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. En el caso de los indocumentados porque temen ser deportados. Para quienes ya han regularizado su situación migratoria, el temor es por sus familiares que no han podido hacerlo.
En el tema comercial, la amenaza de Trump en el último día de campaña de imponer aranceles de 25 por ciento a cualquier producto mexicano si no se frena la migración es la advertencia más clara de que la revisión del T-MEC, programada para 2026, se adelantará si él regresa a la Casa Blanca.
Aunque en caso de que gane Kamala Harris la negociación tampoco se antoja tersa. Ella fue una de las pocas senadoras que se opuso al tratado cuando fue renegociado durante la administración Trump y seguramente pondrá condiciones de mejoras laborales y medioambientales para lo que se acuerde.
Ante tales escenarios adversos, en México debería promoverse la unidad y mostrarse fuerte ante cualquier negociación que Estados Unidos intente iniciar en estas materias que tanto esfuerzo le significarán a nuestro país porque ni impedirá la llegada de migrantes, ni el tráfico de drogas y mucho menos reducirá su intercambio comercial.
Sin embargo, la avasalladora actitud de Morena al frente del Poder Ejecutivo y Legislativo y ante la posibilidad de que durante un año ignore cualquier resolución del Poder Judicial provocará mayor división y polarización en México, por lo que las posturas internas seguirán separándose en vez de unirse.
A partir de que el resultado electoral se defina en Estados Unidos, el gobierno mexicano deberá establecer canales de comunicación con la próxima administración. Anticiparse ante las demandas que le hagan y plantear las suyas. En un ambiente de igualdad y haciendo respetar la soberanía, evitando la deportación de ciudadanos de otros países, la intervención en territorio para combatir al crimen y cualquier intento por violar el tratado comercial. Pero mientras la disputa interna sea la prioridad en México, será poco probable defender nuestros intereses ante los del vecino del norte.