Las redadas para detener migrantes en Los Ángeles, California, son una estrategia del gobierno de Donald Trump para provocar una crisis y sacarle provecho y de paso enviar un mensaje a los indocumentados y a las autoridades locales que se rehúsan en ayudar a detenerlos.
La elección de esa ciudad no es casualidad. Se trata de la que tiene más migrantes en Estados Unidos, con 40 por ciento de sus habitantes proveniente de otros países. Además, es un bastión demócrata en un estado demócrata, gobernado por un político con amplias posibilidades en convertirse en el candidato presidencial en 2028 que le competiría al candidato que Trump impulse del lado republicano.
La redada del viernes en una fábrica de ropa y al exterior de un Home Depot se concentró en la detención de personas trabajadoras, que toman empleos que los estadunidenses no quieren hacer y por los que cobran menos. Se eligió estratégicamente el sitio para detenerlos a pesar de que no son delincuentes. Evidentemente, sabiendo que sus familias, amigos y conocidos se unirían para reclamar sus detenciones. Hartos de lo ocurrido, pues no fue un hecho aislado, los están deteniendo al acudir a las cortes a sus procesos migratorios o a través de engaños, ofreciéndoles empleos falsos.
La presencia de mexicanos en las protestas tampoco es casualidad. Los Ángeles es la segunda ciudad del mundo con más mexicanos después de Ciudad de México. La presencia de grupos violentos y hasta infiltrados tampoco sorprende. Los hay hasta en las manifestaciones que se realizan frecuentemente en nuestras calles.
Todo combinado generó imágenes, fotografías, videos para alimentar un discurso coordinado desde la Casa Blanca y entre sus simpatizantes: criminalizando a los migrantes y respaldando las políticas de Trump.
Las imágenes también evidencian que si entre los migrantes hay delincuentes, la mayoría andan sueltos, como quienes vandalizan propiedad privada, edificios públicos, vehículos; roban y saquean establecimientos comerciales, y agreden a policías y agentes migratorios.
Conductas similares a las que se cometieron durante la irrupción al Capitolio en 2021, que Trump y sus aplaudidores se negaron a condenar y cuyos protagonistas hoy gozan de plena libertad.