La elección judicial no deja de sorprenderme. Es evidente el sesgo que tendrán muchos de los que resulten electos. Desde abogados defensores hasta ministerios públicos o fiscales. Su trayectoria previa no se les olvidará al sentarse en una silla de juez, magistrado o ministro, aunque digan lo contrario. Terminarán echando de un lado la balanza de la justicia.
Veo un cúmulo de oportunistas que ya había hecho carrera por fuera, defendiendo a los acusados o investigándolos. Lo cual no tiene nada de malo, el problema es creer que lo que hicieron en el pasado no repercutirá en su nuevo encargo.
Una de las candidaturas que más sorpresa me genera es la de la actual titular de la Fiscalía Especializada en materia de Derechos Humanos de la FGR, Sara Irene Herrerías. Con amplia trayectoria defendiendo los intereses del gobierno en turno y no los derechos humanos de las víctimas, como ostenta. Su talón de Aquiles es el caso Ayotzinapa.
Como encargada del área de Atención a Víctimas de Segob, con Osorio Chong, tuvo una actuación deficiente en la protección al director deportivo de Los Avispones de Chilpancingo. No lo protegió como debía y estuvo en riesgo de ser secuestrado con su hijo cuando se reveló el monto de la reparación del daño.
Como subprocuradora de Derechos Humanos de PGR, con Cervantes y Elías Beltrán, defendió la verdad histórica del caso, obstaculizó la investigación de la entonces CNDH y defendió, aunque se le demostrara, la detención equivocada de Erick Uriel Sandoval, la falsa rana, retrasando su liberación. En su cargo actual no ha investigado la tortura de la que la falsa rana denunció haber sido objeto en un documental de HBO.
Como fiscal Especializada en materia de Derechos Humanos, con Gertz, tampoco ha querido enviar a Innsbruck, Austria, para su análisis genético los 114 restos óseos propuestos por la CNDH.
No exhibió ante tribunales los protocolos de Estambul practicados por la CNDH a los inculpados del caso, donde solo nueve de los 72 quejosos fueron objeto de tortura, propiciando la liberación indebida de más de 80 sicarios; varios ya fueron reaprehendidos.
Aunque en el sexenio de Peña Nieto creía en la verdad histórica, desde AMLO y ahora con Sheinbaum defiende la verdad alterna. Es decir, la que le pidan que defienda, como seguramente hará cuando dé a conocer su investigación sobre lo ocurrido en el rancho Izaguirre, de Teuchitlán, Jalisco.
Es evidente su oportunismo transexenal. ¿Qué postura tomará si llega a ser ministra de la Corte?