Por culpa de un hombre llevamos más de una semana sin hablar del extraordinario papel de la Selección Española de Futbol Femenil que ganó el Mundial.
Se trata del hombre más poderoso del futbol español. El presidente de la Real Federación Española, Luis Rubiales, que hoy está suspendido por la FIFA luego de negarse a dimitir tras justificar el comportamiento que tuvo en la final del Mundial.
Ese hombre sigue sin reconocer los errores que cometió. Y por el contrario, se victimiza. Que si la jugadora Jennifer Hermoso lo cargó, que si antes de plantarle un beso le preguntó y ella accedió, que si está siendo presa del falso feminismo. “¡No dimitiré!, ¡No dimitiré!, ¡No dimitiré!”, repitió cinco veces al ofrecer un discurso frente a sus cuates, otros hombres, que le aplaudieron como focas.
Abogados españoles explican que con esa postura busca mantenerse como inocente, pues aceptar el error lo habría hecho culpable y en los tribunales, donde terminará de resolverse la disputa, es más fácil defenderse así.
Otros, como su propia madre, sí tiene madre, le creen. Cuestionan a la jugadora y se preguntan cómo es que si no estaba de acuerdo aceptó el beso y celebró con él después de lo ocurrido.
Les explicó. Primero, ella niega haber aceptado el beso, pero suponiendo que fue consensuado, como su jefe nunca le debió solicitar un beso.
Al ser el presidente de la Real Federación Española, Rubiales está en una posición superior a la de cualquier jugador o jugadora. Y por ello se aprovechó de esa posición de poder y del momento efusivo para besarla.
La simple solicitud, que él ya reconoció haber hecho, estuvo fuera de lugar. Él solo debía celebrar al equipo de mujeres que logró la hazaña de ganar un Mundial de futbol.
El tema exhibe el atraso que tenemos para comprender lo que está mal de lo ocurrido. Tanto hombres como mujeres han querido cuestionar a la jugadora y los ataques hacia el directivo, cuando el único que se equivocó fue él.
Un jefe no debe insinuar, motivar o proponer un beso por más emoción y cariño que un momento de gloria genere.
Pero si lo hace, no hay que aplaudirle. Y si lo niega, hay que enfrentarlo.
¿Cómo es posible que a Rubiales le aplaudieran en el discurso que dio cuando justificó su comportamiento, cuando llamó “falso feminismo” a las críticas genuinas ante su actitud?
Sí se trata de tomar postura, pero sobre todo de entender por qué lo que hizo Rubiales estuvo mal.