Desarraigar las tradiciones pedagógicas

  • Apuntes pedagógicos
  • Alfonso Torres Hernández

Hidalgo /

La reflexión sobre nuestra práctica docente cotidiana interpela fuertemente las tradiciones pedagógicas que se mantienen en nuestro pensar y acción cotidiana. Siempre que hay un nuevo planteamiento curricular, se pretende que la práctica se movilice hacia la búsqueda de apropiarse de nuevos enfoques, nuevas estructuras y metodologías, con la finalidad de responder a las finalidades y objetivos establecidos. Sin embargo, la configuración de un pensamiento y acción generado por enfoques curriculares anteriores muestra resistencia hacia un tránsito diferente. A lo anterior se suman las tradiciones pedagógicas más arraigadas que impiden los intentos de cambio.

Las políticas educativas neoliberales determinaron el diseño y configuración del currículum en la educación básica bajo una lógica de mercado y de racionalidad técnica, promoviendo la formación de los sujetos en un pensamiento único y el individualismo. Frente a esta realidad, el planteamiento de transitar hacia un enfoque humanista y de capacidades en la educación se convierte en una tarea compleja. Miles de maestras y maestros fueron formados en el enfoque basa en competencias por lo que su lógica de pensamiento se adscribe a formas pedagógicas en ese sentido. El tránsito hacia una acción pedagógica-crítica les implica cuestionar su propia formación, distanciarse de las formas de pensar lo educativo, pedagógico y didáctico que tienen configuradas en su pensamiento; desarraigarse de las formas en que planifican la enseñanza, la desarrollan y la evalúan; cuestionar el sentido de la escuela que han construido y las relaciones con los otros.

El distanciamiento de nuestras tradiciones pedagógicas también implica pensar en otro tipo de sociedad y pensar en otros sentidos de la escuela. La responsabilidad que hoy en día se le asigna a la escuela trasciende la mera transmisión y construcción de conocimientos y se le demanda formar a los estudiantes en una nueva ciudadanía que se caracterice por la apropiación y práctica de nuevas narrativas sociales: justicia, democracia, inclusión, equidad, interculturalidad, diversidad, pensamiento crítico, entre otras.

En la configuración de un pensamiento y acción pedagógica-crítica se advierten dos sentidos paralelos. Uno, pensar en la acción colectiva entre maestros a través de la reflexión, puesta en común, dialogo y análisis de la práctica docente cotidiana. La segunda, pensar en nuestros alumnos como sujetos senti-pensantes con capacidades para cuestionar, comprender e intervenir en su propia realidad con sentido y significatividad, con libertad y oportunidad. Estos dos sentidos nos llevarán a un replanteamiento de los distintos momentos y formas de desarrollar nuestra práctica, lo que implica la ruptura con la tradición, la rutina, las resistencias y la sedimentación que todavía están presentes en nuestro pensamiento y acción pedagógica.


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