El anuncio de la desaparición de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (Usicamm) realizado por Claudia Sheinbaum, presidenta electa, es motivo de análisis desde diferentes ángulos que tienen que ver con la evolución histórica de las políticas educativas, el diseño y hechura de las políticas y la instrumentación misma. He planteado en apuntes anteriores que las políticas docentes de las últimas décadas, en su esencia de carácter neoliberal, no reconocen la figura del maestro en su importancia social, y la reducen a una especie de sujeto controlado a través de estímulos. En esta lógica se inscribió el Programa de Carrera Magisterial (1992), el Programa de Promoción en la Función por Incentivos en Educación Básica (2015) y el actual Programa de Promoción Horizontal (2021), este último como uno de los programas sustantivos de la Usicamm. Establecer este tipo de políticas para la evaluación y recompensa a los maestros ha constituido una de las esencias de las necesarias las reformas educativas recientes. Políticas fundadas en una racionalidad instrumental, cuyo origen se puede advertir en la economía, además de que han sido poco exploradas, supervisadas y evaluadas en el ámbito educativo laboral. En su momento, cuando la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) planteó este tipo de políticas para México, no solo estableció el qué, sino también el cómo deberían hacerse.
En 2019, como respuesta a insistente demanda planteada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) respecto a la “mal llamada reforma educativa” de Peña Nieto (que vulneró la imagen, esencia y condiciones de la docencia al someterla a una evaluación de carácter administrativo y laboral) el presidente Obrador planteó la sustitución de la Ley General del Servicio Profesional Docente por la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros, que marca la creación de la Usicamm. La sustitución no ofreció cambios sustantivos, particularmente porque se siguió (y ha seguido) un sentido operativo bajo la lógica instrumentalista y de mercado, es decir, bajo los criterios de cálculo y control, asociadas a la cuestión de la productividad, competitividad y crecimiento económico, y distanciadas de una verdadera revalorización de la función magisterial y reconocimiento a las maestras y maestros.
La corta vida institucional de la Usicamm ha transitado entre inconsistencias operativas, reclamos y protestas de los aspirantes a la docencia y docentes, así como bajo el escrutinio crítico de múltiples actores (CNTE, investigadores, legisladores, docentes) en sus diferentes procesos. En este tiempo, llama la atención por supuesto, el silencio institucional que tuvo y ha tenido, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), representado por sus comités nacional y seccionales, que en los momentos más álgidos hizo caso omiso a las protestas de su agremiados, incluso podemos recordar el papel de comparsa que jugó durante toda la reforma peñista. El oportunismo político los ha llevado a aplaudir la creación de la Usicamm como a su desaparición.
En el anuncio de la presidenta electa esta planteado el reto de la política a construir. Una política docente que sea inclusiva, con la participación de maestras y maestros y distanciada de prácticas de corrupción. Una política que delimite con claridad el papel de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el SNTE, que no haya empalme de tareas que pueda prestarse a prácticas de corrupción. La rectoría de la educación por parte de la SEP, es necesaria. Una política que se acompañe de otras políticas educativas que den certidumbre a la idea de revalorización magisterial (política salarial, formación docente, infraestructura escolar, participación social, entre otras), es decir, avanzar en la construcción de políticas integrales.
Hoy la Usicamm se convierte en el pretexto para re-pensar nuevamente el derrotero que puede seguir la educación. Constituye también un pretexto para reorientar el sentido de la política educativa hacia un enfoque menos instrumentalista y distanciado de las lógicas de mercado. Una evaluación crítica del funcionamiento, políticas, sentido y resultados de la Usicamm deber ser un punto de partida necesario para la creación de un nuevo organismo que no deje en la periferia el sentir, experiencia y condiciones de las maestras y maestros y la búsqueda de una mejor educación. Otra política educativa es posible. Y la nueva admistración gubernamental, con decisión, transparencia, honestidad y buen manejo de sus campos de lucha, lo puede lograr.