El marco curricular 2022, actualmente en revisión, análisis y debate, implica pensar en diversas estrategias para que los docentes logren una apropiación de sus sentidos, contenidos y la racionalidad que lo fundamenta. Es importante que los docentes reconozcan al currículum como un campo de conocimiento y como mediador de las prácticas que desarrollan.
En este sentido, cobra relevancia el estudio de las diferentes perspectivas curriculares para identificar la racionalidad que sostiene a cada una. Este conocimiento, es evidente que no se logrará en espacios de “capacitación” (como lo piensa la SEP) apresurados y con sentido “informativo” más que formativo.
Desde ahora, la SEP debiera estar implementando una estrategia formativa para que los docentes se involucren en el conocimiento y análisis del marco curricular 2022, más allá de las “Asambleas” realizadas y de la solicitud de “aportaciones” en plataforma digital (limitadas en caracteres que no permitieron una aportación profunda de cada tema).
Adentrase en el conocimiento del currículum implicará que los docentes analicen cuestiones de orden epistemológico y teórico que tienen que ver con la legitimación del saber, el control del conocimiento, los posicionamientos ideológico-políticos, los sentidos pedagógicos.
Se tiene que reconocer al currículo como un proyecto educativo-político congruente al proyecto político del grupo en el poder. Implica también la revisión de los elementos teórico-metodológico presentes, es decir, las formas, métodos y estrategias que se proponen para su concreción. Un elemento adicional que les implicará a los docentes es la construcción de colectividad.
Reconocer que el conocimiento es una construcción social. A propósito de esta idea y de la noción de comunidad que permea la propuesta del marco curricular 2022, recupero la idea de Imbernón “La colaboración a la que nos referimos, en el sentido de construir un conocimiento profesional colectivo, requiere desarrollar en la docencia instrumentos intelectuales para facilitar las capacidades reflexivas colectivas sobre la propia práctica docente, y cuya meta principal no es otra que aprender a interpretar, comprender y reflexionar sobre la enseñanza y la realidad social de forma comunitaria” (Imbernón, 2010).
Un proceso formativo pertinente sobre el marco curricular 2022, exige pensar en estrategias que lleven al docente a involucrarse en la toma de decisiones curriculares y pedagógicas desde su diseño y elaboración. Es una forma de eliminar las decisiones jerárquicas sobre el currículum y la mejor forma de que responda a las problemáticas de la práctica docente. En consecuencia, se deben generar espacios de acompañamiento pedagógico en el desarrollo del currículum, un acompañamiento que implica contextualizar la práctica y marca ruptura con la estandarización que ha caracterizado los procesos formativos hasta la fecha.
En estos procesos formativos, no pensados de forma estandarizada, la SEP debe impulsar la autonomía de las escuelas y fomentar la creación de proyectos formativos que respondan a la complejidad de las instituciones educativas y a los sujetos que la integran.
De igual manera es pertinente que se involucre a las instituciones formadoras de docentes (Normales, UPN, Centros de maestros) en la creación de proyectos formativos que respondan a las necesidades formativas de los docentes en su entorno social. Los dispositivos que se pueden generar son especializaciones, diplomados, cursos, talleres, conferencias, paneles, foros, publicaciones, de tal manera que los docentes se sientan acompañados y con la formación básica para comprender las ideas plasmadas en el marco curricular 2022.
La formación del docente en este sentido, debe estar debidamente planificada y un claro sentido de responder a sus necesidades formativas, a las exigencias del nuevo currículum y por supuesto, a las demandas sociales de transformación y tránsito.
Alfonso Torres
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