La escuela necesita re-pensarse. Mirar hacia sus procesos, acciones y sentidos. Reflexionar sobre ello y replantear su misión en el contexto actual. De alguna manera, la pandemia del coronavirus la situó en una coyuntura que debe ser aprovechada para bien. Pensar en nuevas relaciones educativas, en contenidos y propósitos diferentes, en acciones distintas, es parte de la re-invención que debe tener. La escuela tiene que vivir un desplazamiento paradigmático que le permita nuevos y diferentes vínculos con su entorno social, su contexto, en suma, un vínculo nuevo con la realidad. Si pierde esos vínculos, la escuela muere.
Re-pensar la escuela va más allá de modificar su cuestión operativa. Implica, entre otras cosas, una reflexión integral sobre el papel que desarrollan los maestros, los directivos, los alumnos, las madres y padres de familia, así del lugar que ocupa en el sistema educativo ¿es la escuela la base y centro de la gestión, enseñanza y aprendizaje o solo es el elemento operativo de la política?
Hoy en día se anuncian medidas preventivas frente a la pandemia para el inicio del nuevo ciclo escolar (sana distancia, uso de cubrebocas, comités de salud, garantía de agua y jabón, cuidado de salud de maestras y maestros, detección temprana del virus, suspensión de actividades masivas) y con ello, lo que para la Secretaría de Educación Pública (SEP) es un imperativo en estos tiempos: el desarrollo de un modelo híbrido en educación, entendido como la combinación de la educación presencial y la educación a distancia. Adicional a lo anterior, se anunció la creación de una nueva asignatura: Vida saludable (Boletín No.196, SEP, 2020). En general las medidas son pertinentes para contar con las condiciones preventivas de salud, sin embargo, hay cuestiones pendientes sin resolver. Una de ellas es la evaluación de proceso de educación a distancia desarrollado entre marzo y junio 2020 en términos operativos, pedagógicos, didácticos, curriculares, materiales y de gestión. Otra cuestión es la formación para docentes y directivos en este proceso, más allá de la capacitación en habilidades digitales. Y una tercera, es precisamente la referida a re-pensar la escuela.
Transitar hacia un nuevo paradigma educativo y escolar, implica aceptar desafíos y formularse preguntas. Preguntas sobre cómo se están haciendo las cosas, preguntas sobre cómo superar los problemas y preguntas sobre hacia dónde se quiere transitar. Las interrogantes se convierten en el motor para pensar, reflexionar, tomar decisiones y avanzar.
Re-pensar la escuela significa que la creatividad ocupa un lugar relevante. Crear significa dejar de tomar la posición ejecutora y reproductora de lo que otros piensan, para asumir una posición inteligente y creativa, que cuestiona, que conflictúa el saber dado, que considera el conocimiento inacabado. La escuela se constituye así, en un espacio de diálogo permanente con la realidad que le rodea. Los contenidos escolares tienen sentido para el aprendizaje y son reconstruidos permanentemente. El currículum se moviliza, no es estático.
Re-pensar la escuela exige de sus actores (docentes, directivos, alumnos y madres y padres de familia) nuevos posicionamientos frente a lo educativo, lo social y lo cultural. No se logra solo con el concurso de alguno de ello.
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