Sin un asomo de sonrojo, la flamante fiscal general de la República ha ofrecido, como parte de su plan de acción, garantizar la autonomía de la institución que encabeza, además de plantear que habrá colaboración estrecha con su otrora subordinado Omar García Harfuch y resultados. Siendo de tal obviedad todo, uno se pregunta por qué los servidores en una situación como la de Ernestina Godoy, con su hoja curricular, no se evitan el papelón y simplemente trazan objetivos tangibles a cumplir.
Dígame usted de qué “autonomía” puede hablar una fiscal cuyo cargo anterior inmediato era el de consejera jurídica de la Presidencia. Que, como marca la ley, fue propuesta por Claudia Sheinbaum en una terna ficticia para que el Senado, con la consigna definida desde Palacio Nacional, la ungiera sucesora de Alejandro Gertz Manero. ¿Cuál puede ser la “autonomía” de un personaje con semejantes antecedentes? ¿Por qué exhibirse prometiendo lo imposible?
El concepto es tan elástico como usted quiera verlo o desde donde venga. Veamos, por ejemplo, la autonomía del Instituto Nacional Electoral, que tiene la cabeza bajo la guillotina desde que a Andrés Manuel López Obrador se le ocurrió que era mejor idea regresar a la época en las que el gobierno organizaba los comicios en los que siempre ganaba. Sobreviviente a la purga, por convenir así a los intereses de Morena, hoy lo que intenta esa institución es sobrevivir antes que lucir independiente a los deseos del gobierno y su partido, por lo que su estatus no puede ser de mayor sometimiento.
Otro frente autónomo es la UNAM. Hoy blanco de ataques, desde los porriles internos hasta los embates desde el gobierno y la política, resiste, pero a un precio alto. Desde aquí repregunto cómo es posible que haya grupos delictivos que generan todo tipo de estropicios y nadie sepa nada de su origen. La policía no puede entrar por la autonomía y dentro dejan a todos destruir hasta que se hartan. Ah, pero la autonomía. Claro. Por lo demás, sabiendo que son los grupos que violentan las marchas y nadie los toca afuera, ¿para qué dejar a la policía entrar al campus? No lo resuelven en la calle, menos en las aulas.
Así que volvemos a la pregunta. ¿De qué autonomía hablan?