Viejas mañas, pero ahora en formas caóticas

Ciudad de México /

Olvidemos por un momento las chapuzas, de que si era “renuncia” o fue al final “retiro” lo del fiscal general, pasándose la ley por donde usted, en efecto, ya se imaginó. Se dirá, con toda autoridad, que sí era de verdad autónomo, porque la brújula del hombre lo llevó a servir igual al perredista Cuauhtémoc Cárdenas que al panista Vicente Fox que al morenista Andrés Manuel López Obrador. Padecerá acromatopsia, vaya usted a saber.

El desaseo, por decirlo de la forma más amable, que ayer se vivió desde la mañanera presidencial hasta el Senado, sin olvidar los ajustes en la propia Fiscalía General de la República, poco abonan a fortalecer una imagen de Claudia Sheinbaum con los controles desde Palacio Nacional. Primero ella misma negando saber lo que iba a pasar horas más tarde, la salida de Alejandro Gertz, “retiro” en el eufemismo legaloide para brincarse la Constitución, y después el lío cameral para sacar la encomienda.

Al final la mayoría, la aplanadora, la otrora pesadilla del poder absoluto impuesto a mano alzada a toda oposición, hoy se transfigura instalada en las personas de sus antiguos detractores, con una representación a nivel macro de algo que pudimos atestiguar antes en pequeñito con el arranque de este sexenio en la figura de Gerardo Fernández Noroña, hoy rostro de todo aquello que abominaba.

No solo eso. Con su llamado a Palacio Nacional a Adán Augusto López, para instruirlo sobre el “retiro” de Gertz en presencia de la titular de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, la Presidenta revive a quien debiera estar ya con “licencia”, si nos atenemos a sus eufemismos, y quien al final de cuentas, por el contrario con el desaseo, el retraso y los sombrerazos inocuos de la oposición, sacó la chamba y ganó mucho oxígeno, a sabiendas de todos los casos que lo ponen en entredicho en su estatus frente a la ley.

En lugar de ofrecer una imagen de control, de conocimiento de causa y de fortaleza gubernamental, el episodio de la víspera denota no otra cosa que la reposición de las antiguas prácticas que un nuevo gobierno de izquierda iba a desterrar: el mayoriteo, el agandalle, la sinrazón, la improvisación y el caos en el quehacer cameral. Todo lo que hacían PRI y PAN, sí, pero aquí con una preocupante sensación de desorden.


  • Alfredo Campos Villeda
  • Director de @Milenio Diario. Autor de #Fusilerías y de los libros #SeptiembreLetal y #VariantesdelCrepúsculo. Lector en cuatro lenguas. / Escribe todos los viernes su columna Fusilerías
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