2025: el año del odio

Ciudad de México /

Hablar de la comunicación en 2025 es una de las experiencias más fascinantes que cualquier profesional de esta materia pueda llegar a tener.

Estamos cerrando un año increíblemente rico en cambios, tendencias e innovaciones.

En los últimos 12 meses no sólo nos han estado lavando el cerebro, hemos sabido que nos han estado lavando el cerebro y en lugar de hacer algo para detener eso, pedimos más.

¿Por qué? Porque el proceso de lavado, contrariamente a lo que nos vendieron en el siglo XX, se siente rico. Y las mujeres y los hombres de hoy nos hemos vuelto adictos al placer.

¿En dónde radica la parte placentera de ésta, una de las tendencias más importantes del último año? En que nos empodera.

El poder es el fentanilo de la comunicación. Una vez que alguien lo prueba, no lo suelta. Quiere más, más y más hasta destruirse no sin antes haber destruido todo a su alrededor.

¿De qué hablo cuando hablo del lavado de cerebro en 2025? De que desde enero, cuando las cosas cambiaron radicalmente en el plano internacional, cada una de nosotras, cada uno de nosotros, vive su propia realidad mediática y digital en sus dispositivos.

¿En qué consiste ese vivir nuestra propia realidad? En que ahora, a diferencia de antes, todas y todos siempre tenemos la razón sobre todo: política, ciencia, tecnología, moda, ovnis, cine, gastronomía, civilizaciones antiguas, lucha libre y futbol. ¡Todo!

Jamás en la historia de la humanidad todas y todos, sin importar edad, experiencia, talento, estudios ni nada de nada, habíamos tenido, o habíamos creído tener, tanto poder.

Resultado: llevamos 12 meses absolutamente drogados en una burbuja de superioridad moral, intelectual, geográfica, deportiva, estética, ideológica, turística, religiosa, sexual, física y generacional.

En el año que está por terminar nos hicimos tan adictos a esto que nos volvimos hipersensibles a todo aquello que se opuso a nuestro placer, a todo aquello que se opuso a nuestro poder.

¿Y cómo reaccionamos ante esto? Con el más recalcitrante de los odios.

2025 será recordado como el año del odio, como el año en que las mujeres y los hombres de los cinco continentes odiamos muchísimo más que en los más oscuros períodos de la historia universal.

Por tanto, odios otrora olvidados, odios que sólo aparecían como lejanas patologías en los libros de primaria, resurgieron ante la mirada estupefacta de propios y extraños.

Y es que el odio que se experimentó en los últimos dos semestres no consistió solamente en sentir o en dañar.

Algoritmos, gobiernos, instituciones, corporaciones y personas comunes y corrientes llegaron al exceso del absurdo en su lucha por aniquilar a los objetos de su odio.

Desde buscar incongruencias en el pasado digital de sus oponentes para publicarlas a manera de denuncia en las redes sociales hasta la fabricación de audios y videos con herramientas de inteligencia artificial para efectos de desprestigio pasando por las más violentas protestas sociales y bloqueos carreteros, entre muchas, muchas otras desmesuras.

En 2025, como nunca, por ejemplo, hubo personas que sintonizaron eventos que antes iban por otro lado como el Oscar, Miss Universo o la cobertura periodística de una elección, no para festejar el triunfo de algo o de alguien. ¡No! Para celebrar el fracaso de aquello que se atrevió a alterar su dosis de placer.

A partir de esto viene todo. Todo lo que gozamos. Todo lo que sufrimos. Todo lo que nos engañaron. Todo lo que nos demostraron. Todo lo que quisimos ocultar. Todo lo que quisimos exhibir.

La inteligencia artificial, entendida como una supuesta entidad macabra que quiere acabar con la humanidad, es una pobre estúpida al lado de esto que nadie quiere ni siquiera reconocer.

La inteligencia artificial es un conflicto pantalla, una simulación, al lado de las verdaderas tendencias de la comunicación en 2025. ¿O usted qué opina?


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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