Bonita, bonita, bonita. Así es Acapulco, la nueva serie de Eugenio Derbez que se estrena hoy en la plataforma Apple TV+.
Tuve el privilegio de ver este material con anticipación y no quepo en mí de la fascinación por muchas razones:
Primero, porque es admirable lo que Eugenio Derbez está consiguiendo, desde Estados Unidos, para el mundo entero.
Le recuerdo, Eugenio no para de actuar, de crear ni de producir y, ojo, él no es un director de carrera como Alfonso Cuarón, no pertenece a una generación privilegiada como la de Diego Luna.
Es un hombre que construyó su carrera como comediante en la televisión abierta nacional, un señor que llegó maduro a Hollywood.
Sí hay un tema de muchísimo esfuerzo, de un talento monumental y de una vocación que no podemos dejar de celebrar como mexicanos. Yo jamás me cansaré de aplaudirle.
Segundo, Acapulco es un garbanzo de a libra en el cada vez más extraño, complicado y saturado mercado de los sistemas de distribución de contenidos en línea.
¿Por qué? Porque es una serie familiar, positiva, que las mamás y las abuelas pueden ver con los niños sin tener que ponerse a llorar como normalmente pasa con este tipo de contenidos cuando se hacen en Estados Unidos.
Acapulco va por otro lado. Es un poco como El crucero del amor, como La isla de la fantasía, pero con unos muy afortunados destellos de humor.
Tercero, esta producción original de Apple TV+ es un suculento ejercicio de nostalgia, volver al Acapulco de oro, a los orígenes de este famosísimo destino turístico, al Acapulco de los años 80 con toda aquella magia, con toda aquella moda, con toda aquella música.
La nostalgia es una de las tendencias más importantes del espectáculo de hoy porque se traduce en certeza, en confianza, en poder.
Cuando el presente es tan oscuro y el futuro, peor, qué rico es refugiarse en los recuerdos, qué rico es refugiarse en Acapulco.
¿Cuál es la historia? No, no se la voy a contar porque quiero que se sorprenda, que se vaya involucrando, que se deje sorprender.
Lo único que le voy a decir es que todo tiene que ver con un señor interpretado por Eugenio Derbez que le está contando su vida a su nieto, una vida muy llena de aventuras, una vida ligada a un “resort” de Acapulco.
¿Y el reparto? Pura gran estrella. Además del señor Derbez, que es actor y productor de este concepto, yo tengo que felicitar a Vanessa Bauche porque se avienta una actuación de “que se quite la viejita de Coco porque ya llegué a conmover al mundo”.
¿Y qué me dice de Damián Alcázar? Personajón de oro completamente diferente a lo que le acabamos de ver en No fue mi culpa y Asesino del olvido. ¡Enorme!
¿Cuál es la nota? Tres cosas:
Uno, ésta no es una serie mexicana. Es una producción estadounidense de corte internacional. Tiene otro presupuesto, otra manufactura.
Sí se nota la diferencia y aquí hay algo fundamental que debe tener muy atentas a las nuevas generaciones y, sobre todo, a las nuevas corporaciones como Televisa Univisión:
Acapulco es un título bicultural. Está hablado en español y en inglés, en inglés y en español. Si usted es latino, la va a amar. Y si no, también. ¿Así o más inteligente?
Dos, qué sintomático que mientras que en los medios y las redes de este país la tendencia es hablar mal de Acapulco (tal vez por intereses comerciales, tal vez por intereses políticos), en otros países se hable bien y haya tanto cariño hacia “la bahía más bonita del mundo”.
¿Qué estamos esperando los mexicanos para darnos cuenta de la belleza de país que tenemos, para explotarlo en nuestras series y películas?
¿Por qué siempre, cuando hablamos de nosotros, hablamos de narco, de crimen, de puras cosas malas? ¿En qué momento de la historia cambiamos el orgullo por todo este desprecio, por todo este odio?
¿En verdad creemos que eso es lo que le interesa al mundo ver de nosotros? ¿De veras suponemos que con eso se van a entretener las multitudes de otros continentes?
Y tres, tal y como se lo dije al principio de esta columna, Acapulco es una serie bonita, que sirve, que inspira.
Me da mucha pena decírselo, pero esto casi ya no se hace ni en México ni en ningún otro lugar.
¿Hace cuánto que usted no ve un contenido de estreno como Erin Brockovich, como En busca de la felicidad o ya, mínimo, como El color púrpura?
¿Hace cuánto que usted no ve esto en serie? ¡Por qué!
Es importante regresar a los contenidos que nos motiven, que nos den herramientas para salir adelante, que nos ayuden a salir de la depresión y nos inviten a trabajar, a estudiar, a alcanzar el éxito.
No se vale tener a las audiencias permanentemente asustadas y deprimidas para efectos de rating y debate. ¡Las plataformas también tienen que hacer algo bueno por ellas!
Acapulco es esto y más, mucho más. Por eso se la recomiendo.
¡Gracias, Eugenio Derbez, por tu amor a México! ¡Gracias por recordarnos estas cosas bonitas! ¡Gracias, Apple TV+ por esa serie! Le va a gustar. De veras que sí.
alvaro.cueva@milenio.com