Hubo una época en que ver contenidos de superhéroes era sólo ver contenidos de superhéroes. Divertirse, gozar, ser feliz.
Ahora ver contenidos de superhéroes es algo muy complicado, como ser parte de un culto. Es muy feo.
¿Me creería si le dijera que mucha gente los mira sólo para compararlos con los comics, para buscar defectos, para sentirse superior?
Perdón, pero eso no es el espectáculo. Son patologías sociales. Es un tema que tenemos que poner sobre la mesa y corregir.
¿Por qué? Porque el mundo está lleno de amarguras como para que, encima de eso, las audiencias amarguen todavía más el ambiente.
Y porque si acabamos con los superhéroes, que son un invento que se creó precisamente para combatir la amargura en tiempos de crisis, estaremos verdaderamente perdidos en materia de cultura pop.
Anoche martes 9 de enero se estrenó “Echo” en Disney+, una nueva serie de superhéroes.
Mucha gente está opinando sin siquiera haberla visto completa. A mí no me interesa si se apega a lo que los autores originales quisieron decir en su momento, si encaja a la perfección con el universo Marvel, si este universo Marvel es mejor o peor que el anterior, o si representa una contradicción ideológica.
Me interesa que la vea, que la disfrute y que la aprecie. Así de simple. Así de complejo.
Tuve el privilegio de ver esto con anticipación y le juro que es muy entretenido, diferente y, ¿por qué no?, prodigioso.
Lo bonito de un contenido de superhéroes es que pasen cosas, cosas extraordinarias, con mucha acción, con muchos efectos especiales.
Cosas que nos diviertan, que nos inspiren, que nos hagan querer ser como esos personajes.
En “Echo” no sólo pasan cosas, pasan muchísimas cosas por capítulo. Todas, alucinantemente extraordinarias, plagadas de acción (las peleas son increíbles) y con unos efectos del más alto nivel.
Y sí, cuando uno está ahí se la pasa de lujo, se motiva y dice: yo quiero ser como ella. Si ella puede, yo también. Ella me motiva. Ella es mi héroe, mi heroína.
¿A qué me refiero cuando le digo que esto es diferente? No sólo a que tenemos a una superheroína, a una mujer. A que esta superheroína, de origen, rompe con los esquemas étnicos y de belleza de las superheroínas de antaño.
Y por si esto no fuera diferente, es una mujer con discapacidad.
Usted dirá: bueno, como se llama “Echo” ha de ser sorda. Ésa es su discapacidad.
¡No! No le voy a vender trama para, en el muy remoto caso de que usted no conozca a este personaje, no arruinarle la experiencia. “Echo” tiene varias discapacidades.
Y así, lucha contra las fuerzas del mal. Hace justicia.
Por si esto no fuera suficiente, aquí, cuando hablamos de justicia, no hablamos de valores tradicionales. Hay una evolución en la concepción del bien y del mal.
¿Ahora entiende cuando califico esto como algo prodigioso? Es un reto para nuestra capacidad de asombro, un título que, bien explicado, podría llenar de esperanza a muchísimas personas.
Y ni hablemos de los valores de producción porque entonces sí no vamos a acabar jamás.
“Echo” es una producción que involucra gente que estuvo en títulos como “Better Call Saul” (Marion Dayne), directoras, mujeres, que nos regalaron joyas como “The Walking Dead” (Catriona McKenzie) y figurones como Graham Green (“Dances with Wolves”) y Vincent D’Onofrio (“Men in Black”).
El personaje de Echo lo interpreta increíblemente bien Alaqua Cox, a quien ya habíamos visto en “Hawkeye”.
Y es que, sí, esta serie se vincula con otros contenidos de Marvel y salen otros personajes, otros superhéroes, de otras producciones, que terminan por crear una comunión de lo más afortunada.
Luche por ver “Echo” en Disney+, pero no la mire con ganas de empoderarse a la mala. Mírela con ganas de pasársela bien. Si es así, le va a gustar. De veras que sí.