'El amor invencible' y 'Costo de vida'

Ciudad de México /

Mi columna de hoy se divide en dos partes. La primera está dedicada al final de la telenovela “El amor invencible”. La segunda, a la obra de teatro “Costo de vida”.

Voy a hacer algo que nunca hago: voy a “spoilear”, voy a vender trama, voy a hablar de cosas sólo para quienes ya acabaron la telenovela.

¿Por qué? Porque ahí hay temas de relevancia histórica, porque es necesario.

Por favor, si usted vive fuera de México o no ha llegado al final de “El amor invencible”, pase inmediatamente a la segunda parte de esta columna. Nos vemos mañana. ¡Gracias!

¡TE AMO, LEONA!

Estoy en “shock” por lo que sucedió en el desenlace de “El amor invencible”.

Desde los tiempos de “Gabriel y Gabriela” (1982) que no veía algo así. Que la protagonista de una telenovela mexicana diga: “no necesito un hombre para ser feliz” y que al final no se quede con nadie, manda un mensaje importantísimo, poderosísimo, necesarísimo.

Y que los galanes no sólo lo acepten, que reconozcan sus errores y que acaben bien, va más allá de lo increíble.

¡Ojo! Estamos hablando de “El amor invencible”. Estamos hablando de una producción de Juan Osorio. Estamos hablando de un melodrama seriado de Televisa. Estamos hablando de una telenovela mexicana.

Sí, yo sé que existen muchos antecedentes de telenovelas con finales más o menos parecidos, pero jamás en este contexto, jamás respetando la parte de los valores, jamás apegándose a las reglas del género, jamás haciendo telenovela tradicional.

¿Ahora entiende por qué le digo que estoy en “shock”?

Por si esto no fuera suficiente, que una protagonista de una telenovela nacional diga, en “El amor invencible”, que su amor invencible son sus hijos, es un homenaje monumental, bellísimo e, igual, necesarísimo a las mamás de este país, al público de esta clase de contenidos, a las audiencias de Las Estrellas.

Para que luego vengan y me digan que todas las telenovelas mexicanas son iguales, que mandan mensajes nocivos y no sé cuántas otras infodémicas afirmaciones.

Por favor ayúdeme a que esto se sepa, a que esto se comente. Aquí pasó algo histórico, relevante, incluso a nivel industria porque más allá de todo lo que le he publicado sobre este concepto, hasta hubo una aportación a nivel programación que podría cambiar el curso de los melodramas en México.

¿A qué me refiero? A que este historia protagonizada por la gran Angelique Boyer terminó el viernes pasado y a pesar de eso, de que ya sabíamos en qué acababa, hubo retransmisión de ese mismo capítulo ayer domingo en horario estelar.

Fue un éxito la primera vez. ¡Pero también fue un éxito la segunda! ¡Fue un éxito a pesar de que ya conocíamos el final! ¿Cuándo había visto usted algo así? ¿Ya se puso a pensar en todo lo que podría cambiar a partir de este momento? ¡Felicidades!

HALLAZGO

De lunes a miércoles, a las 20:00, en el Teatro Helénico de Ciudad de México se está presentando la obra “Costo de vida”. Es un texto de Martyna Majok con Humberto Busto, Elena del Río, Arly Velásquez Peñaloza y Sandra Jiménez Losa.

Humberto es uno de los mejores actores de su generación. Punto. ¿Pero cuál es la nota?

Que es la primera vez en mi vida que me toca ver una obra sobre la discapacidad con las actuaciones de auténticas personas con discapacidad y un teatro que ha sufrido modificaciones para recibir a personas con discapacidad.

Esto es muy bueno, muy fuerte y abre muchos debates que me urge poner sobre la mesa.

De entrada, sí hay que ir a verla, sí hay que correr la voz, sí hay que llevar a nuestras personas con discapacidad.

Cuando uno la mira, se da cuenta de cosas de las que tal vez no se había dado cuenta antes, como las relaciones que se construyen entre las personas con discapacidad y sus cuidadores.

¿Quién cuida a quién? ¿Quién depende de quién? ¿Quién utiliza a quién?

El texto es increíble, la puesta en escena es complicadísima y está llena de momentos de una valentía admirable.

Con mucho respeto debo decir, por ejemplo, que yo nunca había visto desnudos integrales con personas con discapacidad en un teatro y sí, eso sacude, eso sensibiliza.

Ahora viene una de las muchísimas preguntas que me corroen el alma desde que salí de ahí:

¿Usted está dispuesto a llenar un teatro para ir a ver a personas reales con discapacidad o sólo lo hace cuando se trata de estrellas fingiendo que tienen discapacidad?

Porque esos actores con discapacidad real hacen un trabajo exquisito. No dan el 100, dan el 200. No sé cómo se aprendieron esos diálogos. No sé cómo hacen lo que hacen en perfecto equilibrio con sus otros compañeros. Se merecen un premio. ¿Pero quién los reconoce? ¿Quién los hace famosos?

Es lo mismo que pasa con el mundo LGBT. Es lo mismo que pasa con las otras “minorías”.

¿Quién es más actor que quién? ¿A quiénes estamos dispuestos a ir a ver en qué personajes y a quiénes, no? ¿Dónde comienza la inclusión y dónde, la discriminación?

Luche por ver “Costo de vida” en el Teatro Helénico. La temporada termina muy pronto. Le va a gustar. Le va a servir. De veras que sí.


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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