Más me tardé en decirle que urgía que alguien le diera continuidad al fenómeno de Luis Miguel, la serie que el canal TNT en estrenar El secreto de Selena.
¡Qué lanzamiento tan más exitoso! Aquí va a pasar algo.
¿Por qué? Porque El secreto de Selena no es una bioserie como las de Celia Cruz, Lupita D’Alessio o José José. Es un proyecto prohibido.
¿A qué me refiero con esto? A que no es una biografía autorizada por las personas que tienen los derechos de la vida y de las obras de su protagonista.
Por tanto, comienza con todo el odio de los familiares, de los amigos y de los fanáticos de su personaje principal y, lo peor de todo, sin la posibilidad de que escuchemos sus canciones.
¿Se imagina usted lo que hubiera pasado si hubiéramos visto la vida de Jenni Rivera sin las canciones de Jenni Rivera? ¿La de Paquita la del Barrio, sin los temas de Paquita la del Barrio?
Bueno, pues póngase a pensar, por favor, en el reto para los creadores de este concepto.
¿Qué es El secreto de Selena? ¿Está buena? ¿Cuál es la nota?
El secreto de Selena es una true crime story (historia de un crimen de la vida real), un formato muy diferente al de la bioserie o al de la bionovela.
Las true crime stories son ejercicios televisivos que profundizan en hechos de sangre que conmovieron a las multitudes. Los hay documentales, de ficción y en propuestas combinadas (docudramas).
Así es como, en los últimos años, hemos visto joyas como The People v. O.J. Simpson, Making a Murderer y The Assessination of Gianni Versace.
Pero había un problema: por mil razones este tipo de televisión casi no se había hecho o casi no se había hecho bien en América Latina.
El secreto de Selena es la true crime story del asesinato de Selena, la famosa cantante de música tex mex de los años 90.
La nota, contrariamente a lo que se ha manejado en muchos lugares, no es la vida de Selena. Bueno, ni siquiera es su muerte.
La nota es que por primera vez en la historia de los medios de comunicación de nuestra región del continente alguien está haciendo crímenes de la vida real bien y que esto podría ser el principio de algo tan fuerte y poderoso como cuando iniciaron las narcoseries o las bionovelas.
Pero espérese, porque falta lo mejor: ¿sabe usted cuál es la casa productora más importante de este lanzamiento? Disney, la misma de Hasta que te conocí, la bioserie de Juan Gabriel.
No, no se confunda. No se vaya por el tema de Disney y la moralidad.
Quiero que recuerde que Disney domina el negocio del entretenimiento y que si estos señores fueron capaces de cambiar la historia de los contenidos biográficos con Juan Gabriel, qué no serán capaces de hacer con el asesinato de Selena.
Bueno, y a todo esto, ¿la serie está buena? ¿Vale la pena?
Está buenísima porque dice muchas cosas que jamás se habían dicho, que ya se habían olvidado o que contradicen las versiones oficiales de la muerte de esta gran cantante.
Desde el dato de que Selena y su asesina llegaron juntas al hotel donde ocurrieron los hechos hasta una llamada telefónica que se supone se había hecho en otro momento pasado por detalles médicos, religiosos y sexuales.
El secreto de Selena no es televisión premium, está inspirada en un libro de María Celeste Arrarás (Al rojo vivo) y está hecha con un presupuesto similar al de todas las series que se graban de Miami a Buenos Aires.
Dentro de este contexto es buena y está muy bien interpretada por figuras como Maya Zapata (Soy tu fan), Damayanti Quintanar (Mita y mita), Sofía Lama (Dueños del paraíso) y Moisés Arizmendi (Por amar sin ley).
Si no me cree, compárela con La piloto que es poco menos que nuestro estándar de calidad nacional. ¿A poco se le hace inferior?
Luche por ver El secreto de Selena. Algo me dice que aquí, con todo y que no es una bioserie, vamos a tener buen chisme y que hasta nos vamos a pelear en las redes sociales. ¿O usted qué opina?
Crónicas coreanas
En la isla de Jeju se encuentra el Monte Halla, la montaña más alta de Corea, un parque nacional declarado patrimonio natural de la humanidad por la Unesco.
Este lugar es especial por su belleza, de origen volcánico, y porque la gente lo sube en una combinación de deporte y espiritualidad.
Es común, para los coreanos, ir al menos una vez al año para dar gracias, para purificarse, para abrir y cerrar momentos y, mientras lo hacen, van disfrutando de la naturaleza, conviviendo con sus seres queridos y practicando rituales budistas.
Hallasan (así se debe decir en coreano) es precioso e incluyente, pero lo que más llama la atención es la manera como lo cuidan.
¿Me creería si le dijera que hay momentos en el larguísimo recorrido hasta la cima en donde las autoridades tienen forradas las piedras para protegerlas del impacto de los visitantes?
Es el Monte Halla en la isla de Jeju. Es Corea.
alvaro.cueva@milenio.com