El final de 'S.O.S Me estoy enamorando'

Ciudad de México /

Todavía estoy temblando con la escena que Norma Lazareno y Marcelo Córdoba protagonizaron el martes pasado en S.O.S Me estoy enamorando.

Fue increíblemente clásica: el viejo truco de “te voy a asesinar asfixiándote con una almohada”, pero al mismo tiempo fue muy diferente.

¿Por qué? Porque ya nadie quiere hacer cosas clásicas, ya nadie quiere acudir a los lugares comunes del melodrama casero y esto, a fuerza de ser tan teatral, termina por ser mil veces más desgarrador que una balacera en una serie de narcotraficantes.

Por si esto no fuera suficiente, doña Norma dijo sus parlamentos con un odio, con una clase, con una contundencia, que no había manera de verla y de no amarla.

¿Y qué me dice de la reacción del villano? Todo lo que le respondió fue maravilloso. ¡Antes no le dio otro infarto al personaje de la señora después de semejantes confesiones!

Y luego vino el remate, “el almohadazo”. ¿Pero quiere que le diga qué fue lo mejor? Que fue un “almohadazo” precioso para el horario vespertino.

Todo estuvo tan perfectamente bien escrito, dirigido, actuado y editado que nadie se puede ofender con nada. ¡Eso tiene su chiste! ¡Eso, no cualquiera! ¡Felicidades!

Mire, se lo voy a decir con todas sus letras: soy el fan número uno de esta producción de Lucero Suárez (Te doy la vida) por dos razones.

Primero, porque no existe una obra más difícil de adaptar en el contexto latinoamericano que la telenovela argentina Sodero de mi vida, la versión original de esta historia.

Y los responsables de S.O.S Me estoy enamorando no sólo supieron adaptarla, la convirtieron en entretenimiento de 2022. ¡Qué bárbaros! ¡Qué genialidad! ¿A dónde les mando sus flores?

Y segundo, porque esta propuesta pertenece a un tipo de telenovela que muy pocos harían funcionar en un contexto tan complicado como el mexicano.

Son viñetas familiares, estampas con los todos nos acabamos identificando ya sea por el lado de los padres, de los hijos, de los abuelos, de los nietos o de los adolescentes.

Y me encanta la inclusión, los roles de género, la parte de la discapacidad, de la responsabilidad social, del trabajo en equipo, del encuentro de tantas generaciones.

Si yo fuera Televisa, ya hubiera hecho al menos dos programas especiales para que esto se entendiera porque, sumado a otras aportaciones, sí representa un cambio en la historia de la telenovela mexicana.

¿Y qué opina de las actuaciones? Es obvio celebrar a Irán Castillo, a Daniel Arenas o a Jorge Salinas. ¿Pero a poco no le encanta el trabajo de Lourdes Reyes, de Yolanda Ventura, de Nuria Bages o de Luz Edith Rojas?

A diferencia de lo que ocurre en el común de las telenovelas, como la estructura de S.O.S Me estoy enamorando es tan especial, todos los actores terminan brillando con luz propia.

Esto es muy importante sobre todo para los nuevos, para los niños. Oiga, eso de brillar en igualdad de circunstancias que César Évora, que Ana Patricia Rojo o que Luis Xavier es un privilegio.

¿Cuál es la nota? Que este domingo se va a transmitir el final de esta emisión y a mí me gustaría que fuera viendo la manera de sumarse a su público.

No todos los días uno se encuentra con una telenovela tan bonita y hay que aprovechar. ¿A poco no?


alvaro.cueva@milenio.com

  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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