México entero está de fiesta. ¿Por qué? Porque El Once está celebrando 65 años de haber cambiado la historia.
¿Qué tiene que ver México en esto? Que El Once es un medio público. De una u otra manera, nos pertenece. Lo pagamos con nuestros impuestos.
¿A qué me refiero cuando le digo que El Once cambió la historia? A que estamos hablando del primer canal de televisión educativa de toda América Latina.
¿Y? ¿Dónde está el cambio? En más de tres generaciones de mexicanas y mexicanos que aprendieron algo bueno a través de esta señal.
Y no, no hablo solamente de lo obvio como las clases por televisión que le dieron sentido a la propuesta original de esta frecuencia, orgullo del Instituto Politécnico Nacional.
Hablo de la inclusión, de la equidad, del respeto. De todo lo que tiene que ver con salud física y mental, y con derechos lo mismo de la mujer que de los niños, de los jóvenes que de los adultos mayores, de las personas con discapacidad que de los miembros de la comunidad LGBT.
De los afrodescendientes que de nuestros pueblos originarios, de la gente de otras culturas que de los migrantes, de los religiosos que de los ateos.
Aquí se ha trabajado hasta a favor de los derechos de nuestros animales tal y como lo demuestran emisiones como “A+A” y eventos como el “Mega Croquetón”.
Lo que ha pasado desde el 2 de marzo de 1959 en esta multiplataforma que hoy se expresa a través de medios tradicionales y digitales es mucho muy relevante y se acaba de celebrar con una gran gala en el Palacio de Bellas Artes.
Deje usted lo congruente que fue ver a celebridades como Eugenia León y Ximena Sariñana con niños con discapacidad, un espectáculo drag, cantantes de ópera, los talentos de los semilleros artísticos, títeres y muchas otras expresiones artísticas más presentadas por Nora Huerta, Miguel Conde y Plutarco Haza.
Hay que decir la verdad: mientras nuestros medios públicos se privatizaban, El Once se sostuvo como una opción para el encuentro social.
Mientras los medios privados se peleaban por el “rating” a través de los más patéticos ejercicios audiovisuales como los “talk shows”, El Once sacó la casta con títulos como “Diálogos en confianza”.
Mientras el país luchaba contra la peor pandemia de la que se tenga memoria en el México moderno, El Once ofrecía lo mejor de su gente y lo mejor de su estructura para que se produjeran las clases a distancia.
No es casualidad que los tres grandes anfitriones de la gala del 65 aniversario de este heroico medio de comunicación, además de su director, hayan sido la secretaria de cultura, la secretaria de educación pública y el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano.
El Once es una historia de éxito que lo mismo inventó el periodismo urbano con personalidades como Cristina Pacheco que innovó con emisiones que duraban toda la noche como las que condujo Luis Carbajo.
¿Quiere que hablemos de los clásicos de Once Niñas y Niños como “Bizbirije”? ¿De las primeras series que se hicieron en este país como “Camino a casa” y “El diván de Valentina”?
¿De toda la parte politécnica con las transmisiones deportivas, los programas de ciencia y emisiones tan memorables como “A la cachi cachi porra”?
¿O prefiere que profundicemos en conceptos que nos dieron tanto como aquella oleada de series que tuvo tanto éxito que estimuló hasta a los medios privados para que hicieran algo más que telenovelas con propuestas como “Soy tu fan” y “XY”?
No quiero cometer el error de quedarme sólo con lo que se hizo de los años 70 para acá, que es inagotable.
Quiero que entienda que esto, que por ser un medio público jamás ha gozado ni de la aceptación ni de la promoción por parte de los periódicos, las estaciones de radio y el resto de la industria televisiva, que siempre ha tendido a ser privada, es valiosísimo y también forma parte de nuestro imaginario colectivo.
Desde aquellos primeros títulos de los años 50 y 60 con moneros y periodistas hasta los programas de cocina, de entrevistas y de viajes, pasando por las lecturas en atril, los teleteatros y los musicales.
El Once tiene que ser celebrado. Aquí se hizo el primer noticiario estelar conducido por una mujer, se vio el primer desnudo frontal masculino, se creó la primera revista cultural, se habló por primera vez de sexo.
Han sido tantas primeras veces y tanto el silencio que, por la más elemental justicia, debemos hacer un alto en el camino y darle las gracias a todas y a todos en El Once.
Desde al más encumbrado ejecutivo hasta al más humilde de los técnicos, desde a la más famosa de sus conductoras hasta el más desconocido de sus colaboradores.
¿Sabe usted cuál sería el mejor regalo para estas mujeres y para estos hombres? Que miremos su programación completa, que consumamos sus propuestas digitales.
Este viernes 8 de marzo, por ejemplo, van a comenzar dos series que narrarán, desde diferentes perspectivas, que fue y que es El Once.
Una se llama “La vida en El Once”. Se va a transmitir a las 19:00. Y la otra, “Memorias del Once”. Pasará a las 20:00. Luche por verlas.
México entero está de fiesta. El Once está celebrando 65 años de haber cambiado la historia. Ya quisieran en muchas partes el mundo una multiplataforma la mitad de rica, hermosa y valiente como ésta. ¿A poco no? ¡Felicidades!