Escribir de Intrusos, el nuevo programa de periodismo de espectáculos de Nueve, es la cosa más conflictiva del universo.
¿Por qué? Porque como la mayoría de sus conductores salieron hace muchos años de Ventaneando, cualquier cosa que se diga en contra de ellos es porque uno es amigo de Pati Chapoy, porque uno trabaja en Tv Azteca, porque uno está amargado o ya, de plano, porque uno los envidia.
Pero, la verdad, este lanzamiento es malísimo y una gran parte de sus defectos tiene que ver precisamente con lo que le acabo de decir, con la pésima actitud de sus conductores.
Juan José Origel, Martha Figueroa y Aurora Valle, por mencionar solo a los principales, no están haciendo un programa de periodismo de espectáculos de 2018, están haciendo un Ventaneando pero de 1997.
Ya ni siquiera Ventaneando es así.
Su juego consiste en: “ténganos miedo”, “somos muy rudos”, “la única opinión que cuenta es la nuestra”, “vamos a hablar bien de nuestros amigos y mal de nuestros enemigos”, “lo grosero es chistoso”, “nosotros no tenemos pelos en la lengua”, “entre más divas, más valemos”, “que trabajen los reporteros” y “no me importa lo que digan los demás”.
Es tristísimo porque estos conductores, en lugar de estarse convirtiendo en los grandes maestros de su especialidad, como les corresponde por su edad, se están transformando en una muy patética caricatura de lo que fueron. Están a nada de dar lástima.
Y no lo digo con gusto. Por supuesto que me duele.
Aunque Juan José, Martha y Aurora sigan viviendo “la guerra de las televisoras” de los años 90, los periodistas de espectáculos somos un gremio y mañana nos vamos a encontrar en algún evento o incluso hasta vamos a hacer algo juntos.
Y no quiero que las audiencias nos sigan viendo como las criaturas flojas, arrogantes, grotescas, groseras y decadentes del pasado.
Yo aspiro a un verdadero periodismo de espectáculos, a la búsqueda de un lenguaje que aporte en el contexto de hoy, a la profesionalización y consagración de este oficio.
México necesita más y mejores periodistas de espectáculos. Nuestros medios, todos, necesitan abrirle las puertas a una nueva generación.
No puede ser que en este país de jóvenes la prensa especializada esté encabezada por pura gente de más de 40 años.
Intrusos, desde su nombre, es una aberración y a Televisa le importa tan poco que lo tiene refundido en un canal que ha cambiado más de tres veces de nombre en los últimos años y programado entre dos muy feas latas de Telemundo.
¿Qué está pasando aquí? ¿Televisa le quiere meter un susto a Tv Azteca, está buscando volver a los tiempos de La oreja o le tenía que dar salida a estos personajes por un tema de dinero, de contratos o de preferencias personales?
No entiendo nada de lo que pasa en la hora y media que dura esta emisión.
Hasta el día de hoy sigo esperando una nota de verdad, una exclusiva que marque agenda, que provoque cosas.
Estoy esperando que el señor Origel tenga la humildad de salir de la comodidad de su foro, de conseguir por sí mismo una entrevista con una luminaria con la que nadie más pueda hablar, que la prepare con esmero y que nos deje a todos con la boca abierta tanto por las preguntas como por las respuestas.
Estoy esperando un menú noticioso rico, diferente y especialmente diseñado para el público que mira, a esa hora, la señal de Nueve.
Estoy esperando algo más que esa mezcla de vanidad y flojera de gente que se nota a leguas que lo único que está haciendo es improvisar el primer comentario que le viene a la cabeza sin importar si le da en la torre al ritmo de la transmisión.
¿Qué tiene de especial un programa de espectáculos donde los conductores comentan lo que las estrellas suben a sus redes sociales? ¡Eso se hace en cualquier revista matutina!
¿Qué tiene de tremendo que manden a un reportero a que le pregunte a Camila Sodi si no le daba pena hacer escenas eróticas en la serie de Luis Miguel?
¡No vivimos en 1975! ¡La señora es actriz! Por supuesto que está preparada para eso y más. ¡A quién se le ocurre preguntarle eso!
No sé usted pero yo estoy harto de programas de periodismo de espectáculos conducidos por gente que no es capaz de decir algo mejor que lo que cualquier persona puede decir en las redes sociales.
¡Están cobrando! ¡Desquiten el sueldo! ¡Échenle “ganitas”!
Además, están en Televisa. Basta salir a los pasillos para encontrarse con una estrella, para toparse con una noticia, para poner a soñar a las multitudes.
Y no solo eso, están en una nueva Televisa donde se puede hablar de personalidades de otras empresas, donde se tienen recursos materiales, humanos y tecnológicos para hacer hasta lo que no.
Es un pecado que a estas alturas de la historia de la comunicación volvamos a los programas de espectáculos de “salita”, a lo viejo, a lo de ayer. ¿O usted qué opina?
alvaro.cueva@milenio.com