Vamos a decirnos la verdad, la verdadera House of Cards, no es la serie House of Cards sino toda la maraña de intereses, odios y presiones que hay detrás de éste, el título más emblemático de Netflix
A más de un político, a más de una televisora, le encantaría acabar tanto con el indiscutible éxito mundial de este concepto como con lo mucho que Netflix ha conseguido desde que comenzó a producirlo.
Y es que, si usted pensaba que México era el único país donde se dan inmensas fricciones entre los contenidos de los medios y el poder, le tengo noticias: esto es global.
Sucede en México, en América Latina, pero también en Estados Unidos, Gran Bretaña, Corea, Japón, Turquía, India y las más sofisticadas potencias globales.
Si usted, como yo, ha visto completas las cinco temporadas de esta joya de la televisión global, coincidirá conmigo en que era un milagro que muchas instancias no hubieran brincado ante las cosas que ahí se dicen del gobierno de Estados Unidos, de muchos otros gobiernos y de muchos otros poderes.
Netflix se había salvado, de una manera u otra, porque su ventana no era la convencional, porque en los sistemas de distribución de contenidos en línea las leyes y las presiones de ciertos grupos todavía están por definirse.
Pero ocurrió lo inimaginable, cuando Netflix apenas estaba reacomodándose después de mil y un aventuras económicas que la obligaron a tomar decisiones tan fuertes como la cancelación de ciertos títulos y el incremento de tarifas, se dio el escándalo Weinstein.
Por diferentes razones de mercado, el acoso sexual se convirtió en el tema más delicado de la industria del entretenimiento en todo Estados Unidos.
Hollywood, que es un animal bastante extraño, se sacudió con tanta fuerza o más que en los tiempos de las listas negras.
En los años 40 y 50, si se sospechaba que un actor, un guionista, un director o un productor era medianamente comunista, se le acababa la carrera. Punto.
Hoy, si alguien es acusado de acoso sexual en el cine, la televisión o la música de Estados Unidos, su presencia se derrumba sin importar antecedentes, fortuna o trayectoria. Si usted quisiera hundir a Netflix, ¿qué sería lo primero que se le ocurriría?
Obviamente, acusar de acoso sexual a la estrella más emblemática de su serie más representativa.
Ahí sí, aunque las leyes apliquen de otra manera, aunque se trate de un sistema de distribución de contenidos en línea, el daño es irreparable.
¿Qué tenía que estar haciendo el señor Anthony Rapp (Una mente mravillosa) resucitando en público una historia de acoso sexual que le tocó vivir en 1986 cuando él era menor de edad y Kevin Spacey un señor de 26 años
Se necesita ser muy ingenuo para no sospechar que aquí hay algo raro, dolo o publicidad.
Lo más irónico es que Anthony participa en la serie Star Trek: Discovery de CBS que Netflix distribuye semana a semana en nuestro país.
¿Y qué hizo Kevin Spacey? Salir del clóset. ¡Y yo que me quejaba de los publirrelacionistas de las estrellas mexicanas!
¿A quién se le ocurre contestar a una acusación tan delicada con ese asunto? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
¿No se dio cuenta el señor Spacey que al ofrecer su famosa disculpa se iba a hundir al darle la razón a todas las personas que piensan que los homosexuales son violadores de niños?
Atentar contra un menor de edad es atentar contra un menor de edad y el ser homosexual o heterosexual no justifica nada. No funciona ni siquiera como distractor a nivel opinión pública.
Desconozco cómo sean las leyes en Estados Unidos, si estos delitos caduquen después de cierto número de años o qué, pero esta noticia, en estos momentos en que el acoso sexual es el tema más castigado por Hollywood y por millones de personas en todo el planeta, es un problema monumental.
¿Qué iba a hacer Netflix después de semejante intercambio de declaraciones en foros tan estridentes como Twitter?
¡Ni modo que se fuera a poner de parte de Kevin! Ahí sí Netflix se hunde para siempre. Se anunció lo que se tenía que anunciar: la cancelación de House of Cards.
A usted le podrá gusta o no esta serie, considerar que todavía le quedaba o no un gran futuro, pero esto no tiene remedio y el próximo año veremos el final definitivo de este proyecto.
Sí debió haber sido una decisión muy dura para Netflix anunciar, en medio de este escándalo, la cancelación de la producción que cambió su historia, pero era eso o perderlo todo. ¿Sí me entiende?
Ahora viene lo peor: ver qué serie va a sustituir a House of Cards a nivel impacto y valentía de aquí a 2019 y qué va a pasar con el señor Spacey, cómo lo van a tratar en Hollywood, qué van a hacer con él.
Estamos ante un hecho mucho más delicado de lo que algunas personas imaginan. Estamos ante el verdadero House of Cards de House of Cards. ¿O usted qué opina?
alvaro.cueva@milenio.com