Ya se estrenó Guerra de vecinos en Netflix y soy el crítico más feliz mirando a muchos de nuestros mejores actores en esta alucinante serie cómica mexicana de Carolina Rivera y Fernando Sariñana (Madre sólo hay dos).
Vamos de Vanessa Bauche, gloriosa, a Ana Layevska totalmente transformada después de haber hecho La muchacha que limpia.
Del inmenso Pascacio López (Rambo: Last Blood) al fabuloso Mark Tacher. Y del genial Christian Vázquez (De brutas, nada) a la divina Elyfer Torres (Betty en NY).
Guerra de vecinos es la mejor idea que se le pudo haber ocurrido a Netflix para relajarnos en esta temporada de verano.
Seamos sinceros: pocas cosas pueden ser más complicadas en este país que compartir un condominio, un conjunto o una privada con otras familias.
Guerra de vecinos trata de eso, pero complicando las cosas un poquito más al juntar a unos personajes muy, muy fifís, con unos muy, muy chairos.
Y cuando digo esto no estoy haciendo una apreciación personal. Tenemos máscaras de AMLO, se habla de las elecciones y el resultado es divertidísimo.
No puedo creer la cantidad de situaciones chistosas que salen en cada uno de los capítulos de esta serie, lo bien definidos que están todos los personajes ni la resolución que se le da a cada aventura.
Ver Guerra de vecinos es reír desde la escena uno del primer episodio hasta el final de temporada en un ejercicio cinematográfico que le da la vuelta a los lugares comunes de esta clase de contenidos.
No le voy a contar detalles para no arruinarle la experiencia, pero tenemos desde cosas que vemos todos los días en las noticias hasta burros adoptados pasando por cremas blanqueadoras de axilas y muchas otras locuras más.
Además, es una propuesta que funciona lo mismo para los jóvenes que para los adultos, para las mujeres que para los hombres, para los pobres que para los ricos.
Es una chulada de serie familiar que le recomiendo de corazón. Luche por verla. Le va a encantar. De veras que sí.
El secreto mejor guardado
No puedo creer lo buena que es Escuela MasterChef México. Esto va más allá de un programa de televisión, es una propuesta imperdible.
¿De qué le estoy hablando? Del secreto mejor guardado de la industria de la comunicación, de llevar la marca MasterChef a nuestros hogares.
Le explico: MasterChef es un éxito global que nos ha cambiado la vida a muchos.
¿Por qué? Porque nos ha enseñado de todo: recetas, trucos, hasta cómo presentar nuestros platillos.
A alguien se le ocurrió transformar aquello en una experiencia mucho más cercana a las audiencias y el resultado es éste, una escuela digital con todo el talento, con toda la experiencia y con todo el prestigio de MasterChef, pero sin que usted se exponga participando en un reality show.
No, no estamos hablando de tutoriales como los de YouTube. Tampoco de una escuela en línea.
Es una fusión de lenguajes que en otras partes del mundo se ha convertido en un cañonazo y que aquí pinta para transformase en un fenómeno social.
No por nada viene con el respaldo de marcas tan importantes como T-Fal.
El director es Benito Molina y los maestros, puros rock stars del universo gastronómico como Ricardo Muñoz Zurita, Solange Muris, Antonio De Livier, Maritere Ramírez Degollado, Jonatan Gómez Luna, Alejandro Ruiz y Edgar Núñez.
No sabe usted lo increíble que es aprender de la mano de estos personajes. Y cuando le digo aprender, créame, uno termina transformado en todo un MasterChef.
Le voy a poner un ejemplo: frijoles. No se trata sólo de aprender a hacer frijoles de la olla, vamos de técnicas de cocción y conservación a los secretos de familia que nadie comparte pasando por los tipos, características y usos de los frijoles, por las medidas de higiene que hay que aplicar, por los tipos de ollas que podemos usar y más, mucho más.
La producción de cada video es impecable y esto va tan en serio que al final uno obtiene una certificación.
Métase inmediatamente a la página escuelamasterchef.com.mx. Le va a encantar tanto como a mí. Se lo juro.
alvaro.cueva@milenio.com