Canal 5 de Televisa se acaba de volar la barda con Inseparables, amor al límite, el reality show que sus directivos estrenaron el lunes pasado en lugar de Me caigo de risa.
¿Por qué? Porque no solo está buenísimo, va directamente en contra de Mi pareja puede de Tv Azteca, creando una sensación de guerra total en el ambiente.
Mi pareja puede es un programa de entretenimiento que pasó de Azteca 7 a Azteca Uno y de la conducción de Facundo a un paquete de emisiones especiales, que consiguió el milagro de introducir las dinámicas de pareja al complicadísimo mercado nacional. México, a diferencia de otros países, es muy selectivo a la hora de los programas que involucran el amor. Recibimos con los brazos abiertos conceptos como Enamorándonos y Mitad y mitad pero rechazamos, en rating, títulos como The Bachelor y The Bachelorette.
El exitazo de Inseparables no se puede entender sin el antecedente de Mi pareja puede que, sin ser precisamente un reality show, demostró que las audiencias de la televisión abierta privada nacional estaban listas para este grandioso formato internacional conocido en todos lados como Power Couple.
¿Por qué le digo que Power Couple es un formato grandioso? ¿De qué trata Inseparables? ¿Por qué habría que verlo?
Power Couple es un formato grandioso porque, objetivamente, su producción es tan complicada o más que la de los más sofisticados ejercicios de televisión real que conocemos como Exatlón México y Reto 4 elementos.
Pero aquí hay algo adicional: independientemente de todo este derroche de recursos y de dinámicas extremas, que van desde circuitos hasta cambiar llantas a 20 metros de altura, Power Couple trata de lo que más nos gusta a los mexicanos, del amor.
Cuando hay amor, hay valores. Cuando hay valores, nada ni nadie se puede oponer. Nada ni nadie puede atacar. ¿Y qué pasa cuando tenemos amor? Que tenemos chisme, intimidad, conflicto, sensualidad, drama. ¡Es perfecto!
¿Se puede mejorar lo perfecto? Sí. Los responsables de Inseparables lo hicieron. ¿Cómo? Sumándole a todo lo que la acabo de decir, un reparto irresistible de personajes que va, de amadísimas figuras públicas como Lorena Herrera y Jorge El Travieso Arce a personalidades retorcidas que esconden (o enseñan) mucho. Estoy convencido de que Inseparables es ya uno de los mejores programas de 2019 porque los responsables de la versión nacional de esta joya supieron llegar a un punto medio entre el respeto y la adaptación del formato original. Pero, además, porque se necesita un talento de oro para producir algo tan, tan, pero tan complejo y porque el conductor de esta emisión pinta para ser la revelación del año: Diego de Érice. Seguramente usted ubica a Diego como actor de muchas telenovelas, series, películas y obras de teatro o como parte de programas como Me caigo de risa.
Bueno, lo que nunca nadie imaginó es que el señor tenía semejante vocación de conductor. Es excelente y si no me cree, usted nada más póngase a pensar en lo que implica combinar temas tan opuestos y delicados como la acción y el romance sin perder autoridad. Luche por ver Inseparables, amor al límite en Canal 5. Le va a encantar. Se lo garantizo.
alvaro.cueva@milenio.com