'La Casa de Papel: Corea'

Ciudad de México /
Fue diseñada para el streaming, fue hecha para Netflix. ESPECIAL

Agárrese fuerte de donde pueda por ahora sí la polémica se va a poner buenísima. Hoy se estrena, en Netflix, “La casa de papel: Corea”.

Influencers, periodistas del corazón y prensa sensacionalista dispuesta a jugar a las comparaciones en cinco, cuatro, tres, dos…

Estamos ante uno de los momentos más importantes en la historia del entretenimiento de los últimos años. Estamos ante uno de los momentos más importantes en la historia de Netflix.

No es lo mismo que nos ofrezcan un “refrito” de una telenovela como “Café con aroma de mujer”, una versión con actores de carne y hueso de un clásico de los dibujos animados como “El libro de la selva” o un juego de precuelas y secuelas de un cañonazo como “Star Wars: Episodio IV”, a esto.

“La casa de papel” es una propuesta que significa algo mucho muy profundo para una generación que no estaba acostumbrada a los “remakes”, una serie española trasladada no sólo a una cultura radicalmente diferente.

¡No! Ésta es una serie española vuelta a hacer por el más grandes líder de la cultura pop global en este momento histórico: Corea.

Si la hubieran tomado los estadounidenses, la nota no hubiera sido tan escandalosa, pero los coreanos son sagrados. ¿Con qué cara se les prohíbe meterse con esto? ¿Quién en sus cinco sentidos, después de BTS, “Parásitos” y “El juego del calamar” se atrevería a negarles cualquier cosa? ¡Quién!

No sé si esto vaya a ser el contenido más exitoso de 2022 o la serie más vista de todos los tiempos en Netflix. Lo que sí sé, porque ya la vi, es que es infinitamente superior a “La casa de papel” original.

Antes de que me insulte le suplico que enfríe la cabeza. Nadie, en el mundo entero, admira más “La casa de papel” que yo. Sería incapaz de hablar mal de esta obra maestra, de Álvaro Morte o de cualquier de sus actores, directores y escritores.

Pero aquí hay varias cosas que urge poner sobre la mesa y que yo siempre mencioné en mis críticas:

“La casa de papel” no se hizo para el “streaming”. Fue una adquisición más del montón, de Netflix, que por mil y un razones escaló posiciones internacionales hasta convertirse en un fenómeno tan relevante como “Breaking Bad”.

Además, no nos hagamos tontos, era una especie de “narcoserie”, un ejercicio de entretenimiento bastante negativo que de una manera u otra invitaba al delito.

Tan sólo aquí en México tuvimos un asalto inspirado en “La casa de papel”. ¿A poco ya se le olvidó?

¿Y qué me dice de la manera tan extraña como aquello se alargó hasta morir en la nada?

Millones de mujeres y de hombres, en todo el planeta, amamos “La casa de papel” pero perfecta no era. Lo siento.

Los maravillosos coreanos entendieron todas estas imperfecciones, las estudiaron y las corrigieron con una maestría monumental.

No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia pero “La casa de papel: Corea” sí fue diseñada para el “streaming”, sí fue hecha para la marca Netflix y sí es increíblemente positiva.

Cuando la vea, le suplico que reflexione en las razones del robo, en las justificaciones de los personajes y en algo que se me hace todavía más relevante desde una perspectiva periodística y social: el empoderamiento femenino.

Por si esto no fuera suficiente, nadie como los coreanos para manejar el lenguaje cinematográfico y la escuela actoral asiática en las series. Nadie ¡Esto es brutal! ¡Rudo! ¡Imperdible!

¿Cuál es la nota? Que si este concepto funciona Corea se va a convertir en una especie de nuevo Hollywood capaz de comprar el contenido que quiera, de la cultura que sea, adaptarlo y catapultarlo con una fuerza titánica.

¿Qué sigue? ¿“Stranger Things: Corea”? ¿“Game of Thrones: Corea”? ¿“The Handmaid’s Tale: Corea”?

Luche con todas sus fuerzas por ver “La casa de papel: Corea”. Le va a encantar. De veras que sí.

Álvaro Cueva

alvaro.cueva@milenio.com

  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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