'La cocina', de Alonso Ruizpalacios

Ciudad de México /

Hoy jueves 7 de noviembre es un día importante para todos los que amamos el cine mexicano.

¿Por qué? Porque este día se estrena, en salas cinematográficas, “La cocina”, un auténtica joya de Alonso Ruizpalacios, el escritor y director de “Güeros” y “Una película de policías”.

¿Qué tiene de especial este lanzamiento? Mucho pero yo quisiera comenzar con lo que para mí es la gran nota.

“La cocina” es una película mexicana. Sí. Como hay muchas. Es una gran película mexicana. Sí. Como hay muchas. Es una gran película mexicana que seguramente ganará cualquier cantidad de premios. Sí. Insisto, como hay muchas.

Es una película mexicana hecha en inglés. ESPECIAL

¿Cuál es la diferencia? Que está hecha en Nueva York. Lo “normal” es que los gringos vengan a filmar con nosotros. No, aquí los mexicanos fuimos a producir allá.

Y para que se sienta el poder, es una película mexicana hecha en inglés, básicamente en inglés. Es para el mercado nacional, pero también para el global.

¿Sí alcanza a entender la lectura de este acontecimiento? ¿Cuántas industrias cinematográficas de cuantos países iberoamericanos pueden presumir de algo así?

La gran pregunta es: ¿por qué ir a hacer una película mexicana a Estados Unidos si hubiera sido mil veces más barato y fácil filmarla en México disfrazando todo para que se vea muy gringo?

Cuando la vea, lo entenderá.

Yo no creo que sea casualidad que exista una insistencia tan grande en señalar que está inspirada en un libro que, por supuesto, casi nadie ha leído por aquí, pero que se escribió en 1957.

Eso le da a este contenido un aire de eternidad, de atrevimiento, de “yo no fui el que arrojó la primera piedra”, de “para que vean que hay cosas que nunca cambian, que se ponen peor”.

Por si esto no fuera suficiente, me parece magistral que se estrene justo después de las elecciones en Estados Unidos. Es una cosa como del destino. Verla ahora tiene que ser una obligación.

Estoy un tanto desconcertado por las lecturas que algunos críticos de otros países han hecho de esta cinta describiéndola como lo que hay detrás de los restaurantes estadounidenses o como un homenaje a la mano de obra latina en Estados Unidos.

Está bien. Podría ser eso. Yo creo que estamos ante un asunto superior: “La cocina” es una gran metáfora del mundo hoy y aplica para los restaurantes, pero también para las corporaciones tecnológicas, los hospitales y lo que usted quiera, guste y mande.

Por eso no hay manera de verla completa y de no “flotar”.

Alonso Ruizpalacios ha dado un paso estratégico en su carrera con este título que a ratos parece documental. A ratos, fantasía. Y luego, terror.

No me quiero ni imaginar todo lo que hay detrás de él, lo que fue la construcción de personajes, lo que fue el rodaje.

Si lo suyo, como lo mío, es la exigencia artística, ya encontró el mejor pretexto para dejarlo todo e ir a los cines.

No le voy a contar nada para no arruinarle la experiencia pero hay secuencias como para la posteridad. Y no una, muchas.

La del típico pastel de cumpleaños que le llevan a uno en los restaurantes mientras los meseros cantan eufóricos, por ejemplo, me pareció sublime.

La escena del concierto de groserías es un poema que dinamita La Torre de Babel para enseñarnos los valores que verdaderamente nos unen como humanidad.

Pero la de “¿Quieres ver un mojado?” no tiene perdón de Dios de tan increíble.

El ganador del Ariel Raúl Briones, que es uno de los mejores actores de México, se avienta una creación como para el Oscar. Lo que hace con su cuerpo no es nada en comparación con lo que hace con su alma.

Ese instante es de conexión total. Cuando hace lo que hace, como lo hace, todos somos él y comienzan las preguntas: ¿hasta cuándo? ¿Qué sigue? ¿Qué puede seguir después de esto?

La parte fotográfica merece una ovación de pie. Todo es blanco y negro, pero de repente entra el azul, de repente entra el verde, y uno se quiere volver loco precisamente por lo que estos colores representan.

Y ni hablemos de esos fragmentos como de cine mudo porque entonces sí no acabamos nunca. El fotógrafo Juan Pablo Ramírez es un genio. Punto.

Amé la música, adoré la edición pero yo tendría que ser el peor de los periodistas si no me detuviera en todo lo que tiene que ver con los sonidos.

¡Qué manera de captar y potenciar el infierno sonoro que nos rodea y que se expresa en espacios hipócritamente idealizados como las cocinas!

Aquí usted va a poder escuchar hasta a las hormigas. En serio, qué manera de hacer cine.

Agarre la agenda de su celular inmediatamente y a ver cómo le hace, pero si su perfil coincide con todo lo que le acabo de escribir, le ruego que busque un espacio para ir a su sala cinematográfica a vivir esta experiencia orgullosamente mexicana de más de dos horas.

Le va a volar la cabeza. De veras que sí. ¡Felicidades!


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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