El 7 de septiembre fue la gran noche del cine mexicano, pero no sólo por la entrega del Ariel en Guadalajara. A esa misma hora, en el Festival de Cine de Toronto, se estaba estrenando “Pedro Páramo”.
Más allá de que estamos hablando de una nueva versión cinematográfica de una de las más grandes obras maestras de la literatura mexicana, esta aportación de Netflix es el lanzamiento, como director, de Rodrigo Prieto.
Como usted sabe, Rodrigo es el fotógrafo más importante en la historia de nuestro cine después de Gabriel Figueroa. El genio detrás de cañonazos como “Amores perros”, “Frida”, “Brokeback Mountain”, “El lobo de Wall Street” y “Barbie”.
Quiero que entienda lo que representa esto. “Pedro Páramo” podría ser la nueva “Roma” de Netflix y ya comenzó a circular en un viaje que la podría llevar a muchos premios y a mucha satisfacciones en los próximos meses.
¿Qué es lo que más llama la atención aquí? Que Rodrigo haya elegido “Pedro Páramo” para presentarse como director.
Eso nos habla de su mexicanidad, de su vocación, de sus ganas de comerse al mundo. ¡Gracias! La industria está necesitada precisamente de eso, de creadores que se jueguen el todo por el todo en un reto artístico.
Y es que, con todo respeto para muchos otros proyectos inspirados en los grandes clásicos de la literatura hispanoamericana que van a salir próximamente, no hay mayor reto que convertir ese libro en película.
“Pedro Páramo” no sólo inspiró a varios de los más famosos autores que llegaron después. Si nos ponemos a hablar de cine, aquí tenemos el origen de mucho de lo que se hizo años, décadas, más tarde.
Desde la “muerte” del protagonista a la mitad de la película (“Psicosis”) hasta un mundo de puros muertos (“Coco”) pasando por el “veo gente muerta” de “El sexto sentido” y más, mucho más.
Y no, no le estoy vendiendo trama. Aquí está lo más admirable de este filme. “Pedro Páramo” es todo menos una historia.
Por eso me encantaría charlar con las personas de otras partes del mundo que vieron el estreno de esta cinta en Toronto. ¿Qué fue lo que vieron? ¿Qué fue lo que entendieron?
“Pedro Páramo” es lo que en música se conoce como polifonía: un conjunto de sonidos donde cada uno dice algo, pero donde la suma de todos dice más.
Todo eso de “Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre” es sólo uno de esos “sonidos”. De eso no trata la obra, pero “sí”. De eso y más.
A lo mejor usted no lo sabe, pero el título original que Juan Rulfo había elegido para su novela era “Los murmullos”. Después lo cambió por “Pedro Páramo”.
La película de Rodrigo Prieto sólo se puede apreciar si uno sabe que cuando vaya al cine, en lugar de sentarse a ver una historia, se va a sentar a recibir un bombardeo de murmullos.
Nos habla Juan Preciado, pero nos habla Susana San Juan, pero nos habla Fulgor Sedano, pero nos habla Eduviges Dyada, pero nos habla el padre Rentería, pero nos hablan, y nos hablan, y nos hablan.
¡Y claro que nos habla el mismísimo Pedro Páramo! Y por supuesto que hay gritos que se repiten. Y obviamente el orden en que se nos presentan las cosas no conoce de futuros, de pasados ni de presentes.
¡Es un machetazo que va directo al alma! Lo más increíble es que al final uno acaba liberado, como pasando a otra dimensión, como los personajes de este monumento fílmico que, por cierto, son muchísimos, todos interpretados con una maestría excepcional.
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por Ilse Salas, Dolores Heredia. Mayra Batalla o Yoshira Escárcega? ¿Por Tenoch Huerta, Roberto Sosa, Héctor Kotsifakis o Manuel García-Rulfo? ¡No acabaría nunca!
Me queda claro que como aquí hay estrellas famosísimas va a ser muy fácil que tres o cuatro nombres concentren la atención de la prensa, pero le suplico que, como pocas veces en el cine, vea a todas esas actrices, a todos esos actores, en igualdad de circunstancias.
En “Pedro Páramo” no hay personaje chico y la abundancia de valores de producción es tanta, que es muy fácil perderse en la fotografía, la dirección de arte, la música, los efectos especiales o la edición.
A mí me gusta que Netflix haya sido la responsable de volver a filmar este proyecto porque va a ser maravilloso, para sus suscriptores, cuando se estrene ahí en noviembre, poder detener el “streaming”, regresarlo y repetir lo que uno quiera como se hacía cuando uno ponía los “vinilos” de antes, los más especiales, en el tocadiscos.
Eso es la presentación de Rodrigo Prieto como director: el rodaje de un concierto que se goza movimiento por movimiento. Arte en su máxima expresión.
¿Cuál es la nota? Que esto ya no se lee como se leía en 1955. No creo que sea sensato verlo como una “novela de la Revolución”, como “realismo mágico” ni como nada de lo de siempre.
“Pedro Páramo”, este “Pedro Páramo”, le habla de otras cosas a las nuevas generaciones. Ahí está su grandeza.
Es la muerte del patriarcado, el origen del “hate”, el “funeo” de los “violentadores”, el porqué del “primero los pobres” y muchos otros temas sociales, religiosos y psicológicos que o no se comentaron, o se comentaron diferente, cuando salió el libro en 1955.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? ¿Por qué hoy? Primero, porque esta película me importa. Creo en ella. Segundo, porque me preocupa que, como es tan diferente, no se entienda.
Y tercero, porque va a llegar a salas cinematográficas muy selectas, como el Cine Tonalá de la Ciudad de México, por un brevísimo período de tiempo, el 12 de septiembre.
Luche por ver ya, pero ya, “Pedro Páramo” de Rodrigo Prieto en el cine y espérela en “streaming” para el 6 de noviembre en Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.