Se lo aviso desde hoy para que se organice: mañana jueves 5 de diciembre en México, y el viernes 6 en Estados Unidos, se estrena “Sujo”.
¿Qué es esto? Una de las mejores películas mexicanas de los últimos años, una nueva obra maestra de las ganadoras del Ariel Astrid Rondero y Fernanda Valadez, las responsables de aquella joya titulada “Sin señas particulares”. ¿Se acuerda?
Seré breve: “Sujo” es tan buena, tan especial y tan diferente que será el título que México mandará a competir por el Oscar y por el Goya.
Normalmente mandamos una película a Hollywood y otra a España.
En esta ocasión, a pesar de la cantidad, calidad y diversidad de filmes que estamos haciendo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas decidió mandar la misma.
Y es que no hay manera de ver esto y de no caer rendido, de no quedar cautivado, de no sentir.
Le juro que cuando la vi dije: esto es, para el México de 2024, lo que “Los olvidados” fue para el México de 1950.
“Sujo” es algo tremendo en términos artísticos y sociales, una experiencia que nadie se debe perder, especialmente las chicas y los chicos más jóvenes.
Fíjese lo que le estoy diciendo: “Sujo” es para jóvenes, para las nuevas audiencias, para el público que no está maleado ni por el cine, ni por la televisión, ni por el “streaming”.
¿Cuándo fue la última vez que una película mexicana había contado una historia así para esta gente?
Como la palabra “Sujo” es tan poco común, por ahí le pusieron el subtítulo de “Hijo de sicario”. Por favor no tenga miedo.
Esto no es ni una apología del delito ni el típico narcocontenido que hemos estado padeciendo desde que empezó el siglo.
No le voy a vender trama para no arruinarle la experiencia pero “Sujo” (se pronuncia como se escribe) se llama así por una razón que se explica cuando uno vive esta experiencia y es, objetivamente, una de las películas más esperanzadoras del mundo.
Cuando uno la ve, vuelve a creer. ¿En qué? En el cambio, en la educación, en la vida, en las instituciones.
No es un filme motivacional, es el retrato de una nueva generación y funciona para México, pero también para Europa, Asia y el resto del continente americano donde se la ha pasado ganando premios desde que comenzó a circular.
“Sujo” le gusta a las y a los jóvenes, porque todas y todos conectan, porque todas y todos, aunque seamos más viejas, más viejos, nos hemos sentido como se siente el protagonista de esta prodigiosa historia que, por cierto, es un hombre.
Sí, ya sé lo que está pensando: ¡Cómo es posible que “Sujo” cuente la historia de un hombre si estamos en tiempo de mujeres!
Es que usted no ha visto a las mujeres que salen aquí. Todas, absolutamente todas, son lo que son las mujeres: salvadoras.
Si no fuera por las mujeres, el personaje principal de “Sujo” no viviría lo que vive desde niño, desde púber. Hay que verlo para creerlo pero, sobre todo, para inspirarse, para pasar un gran momento de cine, de cine de verdad.
Y aquí la expresión cine de verdad no sólo aplica porque se trate de un contenido hecho con rigor milimétrico. No, es de verdad porque cuenta algo que es real, verdadero.
Ya no estamos en los tiempos de los narcos. Ahora estamos en la época de los hijos de los narcos, de otra manera de entender la realidad, con otras problemáticas, con otras soluciones.
Y ni hablemos de los valores de producción porque entonces sí no acabamos. Esto es hermoso, sublime.
Por favor prométame que va a ir al cine este fin de semana a ver “Sujo” tanto en México como en Estados Unidos.
Se lo estoy avisando desde ahora para que lo considere, para que se organice.
Ir al cine de inmediato cuando una película mexicana se estrena es fundamental. De la primera respuesta del público dependen muchas cosas. Es como lo del algoritmo en las redes sociales.
Y como “Sujo” rompe con tantos esquemas, como no está llena de estrellas y como no viene de los directores mexicanos que se fueron a Hollywood, necesita un apoyo igual de diferente, igual de auténtico, el apoyo del público, el apoyo de los nuevos públicos.
Luche con todas sus fuerzas por ir a ver esta maravilla. Cuando llegue al final, no lo va a creer. Le va a gustar. De veras que sí. ¡Felicidades!