He visto un montón de novedades de Netflix pero ninguna como The Prom.
¿Por qué? Porque genera un fenómeno muy especial en ciertos círculos de espectadores mexicanos.
Le explico: en nuestro país a una numerosa comunidad de amantes del teatro musical, mujeres y hombres que viajan a las grandes capitales del teatro mundial a ver lo mejor de lo mejor y que consumen con particular alegría esta clase de títulos cuando se montan en nuestro país.
A esta cantidad nada despreciable de fanáticos, por favor súmele las multitudes que abarrotan los teatros para ver en diferentes puntos de México, en una misma semana, títulos como Jesucristo Superestrella, Chicago, Sugar, Mentiras, La jaula de las locas y Casi normales.
El caso es que aquí tenemos muchos apasionados del teatro musical, especialistas que enfurecen por cuestiones extrañísimas, pero que al mismo tiempo flotan de placer cada vez que les anuncian un estreno o una reposición.
Ellos, como usted o como yo, han sufrido horrores con la pandemia, con el encierro, con la ausencia de estos espectáculos monumentales con teatro lleno y ovaciones de pie.
The Prom, tal vez sin proponérselo, es un regalo de Netflix para que todas estas personas vuelvan a ser felices, para que estas miles de mexicanas, para que estos miles de mexicanos, vuelvan a soñar con este tipo de shows.
A eso me refería cuando le hablaba del fenómeno que hay detrás de este lanzamiento con pura mega-estrella como Meryl Streep, James Corden, Nicole Kidman y Kerry Washington.
Más se tardó Netflix en sacar esta película producida por el genio Ryan Murphy (American Horror Story) que los conocedores de los musicales en México en levantar la mano para opinar, publicar las fotos de cuando la vieron en el extranjero y advertir que no iban a tolerar cualquier cosa.
Fue muy tierno, muy conmovedor, una prueba de que Netflix hizo bien en creer en este proyecto porque, evidentemente, le removió algo a un montón de gente, le sirvió de pretexto para llamar la atención, para volver a brillar y eso, hoy, con tanta depresión, no tiene precio.
¡Gracias, Netflix, por sacarnos de la pandemia y por volver a hacernos vibrar con esta clase de contenidos!
En el muy remoto caso de que usted no sepa de qué le estoy escribiendo, The Prom es un musical muy dulce sobre ese primer baile en donde los adolescentes despiertan al amor.
No le voy a contar nada más para no arruinarle la experiencia, pero me parece un concepto de lo más admirable porque a partir de esto que, objetivamente, es la cosa más simple del mundo, va creciendo, creciendo y creciendo hasta llevarlo a una dimensión de crítica social de lo más atinada.
Para mí, The Prom es una versión siglo XXI de El mago de Oz porque, por un lado, tenemos a una niña que está persiguiendo un sueño y, por el otro, a varios personajes con carencias muy específicas luchando por ayudarla.
La producción es gloriosa. La música, sensacional. Y las actuaciones, divinas.
Me abstengo de ir más allá porque corro el riesgo de ser linchado por los muy cultos expertos en teatro musical que tenemos en México pero se la recomiendo de todo corazón.
He visto un montón de novedades de Netflix pero ninguna como The Prom. ¿Y usted?
alvaro.cueva@milenio.com