“Unfrosted”, de Netflix, es una de las experiencias cinematográficas más maravillosas de 2024, uno de esos títulos que no hay que perderse, un punto y aparte en materia de diversión.
¿Por qué? Porque se burla de todas, de absolutamente todas las tendencias del entretenimiento actual y, por tanto, alcanza los más altos niveles de irreverencia y de crítica social.
Vámonos por partes para que aprecie el tamaño de obra maestra.
¿De qué está viviendo el espectáculo hoy? De certeza, de nostalgia, de asuntos que dominamos y que, por lo mismo, nos gratifican, nos empoderan, nos permiten participar con nuestras críticas, con nuestros ataques, con nuestras burlas.
¿Qué otra tendencia tenemos en el mercado? Los contenidos biográficos. Queremos ser menos miserables y pocas cosas pueden hacernos sentir mejor que repasar el sufrimiento de otros, de otras personas, de otras empresas.
A esto sumémosle la corrección política, la presencia del crimen organizado, las guerras, la nueva nutrición e imágenes imborrables como el asalto al Capitolio de Estados Unidos.
Bueno, ¡pues qué cree! Todo esto y mucho más está en “Unfrosted”.
¿Puede haber algo más bobo que el mundo entero domine que los cereales para el desayuno? ¿Puede existir nostalgia más demoledora que la de los años 60?
¿Podemos ver un contenido biográfico más ridículo que el de las Pop-Tarts? ¿Podemos tener una guerra más absurda que la de Post contra Kellogg’s?
Esto es “Unfrosted”, la farsa de farsas, una propuesta tan fina, tan diferente y tan innovadora que sólo las luminarias más grandes podían estar ahí.
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por Jerry Seinfeld, Melissa McCarthy, y Hugh Grant, por Amy Schumer, Christian Slater y Peter Dinklage o por James Marsden, Jack McBrayer y Jon Hamm?
Son puras estrellotototas dirigidas por el mismísimo Jerry Seinfeld en el tono más disparatado del universo.
Cuando no están exagerando una estupidez están parodiando “Mad Men” con la gente de “Mad Men” o poniendo evidencia las aberraciones nutricionales del pasado como el jarabe de maíz de alta fructosa.
Si usted me preguntara: Álvaro, ¿cuál es tu secuencia favorita? Yo no sabría si elegir entre el funeral donde entierran un ataúd como si estuvieran preparando un tazón de cereal, la revuelta de personajes como el Tigre Toño y el Tucán Iván, o la vinculación de grandes acontecimientos históricos, como la crisis de los misiles de Kennedy, con estupideces que no le voy a revelar para no arruinarle la experiencia.
Aunque, claro, lo de Andy Warhol no tiene perdón de Dios de tan hilarante.
Ver “Unfrosted” es recuperar mucho del humor mediático de los años 90, ése que desapareció cuando perdimos clásicos tan amados como “Seinfeld”, “Frasier” y “Will & Grace”.
No se confunda: esto no va en serio. Pero, por lo mismo, sí pega en serio.
¿Dónde? En dónde usted quiera. Y lo digo de esta manera porque así como hay personas muy sesudas que le quieren encontrar interpretaciones exóticas hasta al tamaño de las cucharas de ciertas escenas, hay otras que sólo quieren echar relajo y aquí hay de todo para todos.
Me pregunto: ¿qué pasaría si alguien se atreviera a hacer algo así con empresas mexicanas, con nuestros empresarios y políticos? ¿Podríamos?
¿Con qué celebridades? ¿Cuál sería el resultado en términos artísticos y sociales?
Luche con todas sus fuerzas por ver completa, hasta el musical de los créditos finales, “Unfrosted” de Netflix. Le va a gustar. De veras que sí.