Dígame, por favor, que usted también vio el estreno de “Veo cómo cantas”, el nuevo “talent show” dominical de Las Estrellas (y VIX). ¿Le gustó? ¿No le gustó? ¿Por qué?
Aquí hay un problema: la primera versión mexicana del formato coreano “I Can See Your Voice” llega sin ningún antecedente.
¿A qué me refiero con esto? A que jamás habíamos visto nada igual. No representa nostalgia, empoderamiento ni nada de lo que hoy es tendencia por acá.
Debe haber muchas personas muy desconcertadas porque venían de “La casa de los famosos” y pasar de ahí, a esto, sí es un cambio muy duro de todo.
Lo más parecido a “Veo cómo cantas” que habíamos visto en México es “¿Quién es la máscara?” sólo que con una diferencia radical: las estrellas.
“¿Quién es la máscara?” trata de celebridades. “Veo cómo cantas”, no.
A pesar de su poderosísima inversión, parece más un programa de concursos de entre semana, algo que para bien o para mal podemos encontrar en las redes sociales.
¿Por qué le estoy comentando esto? Porque el reto es monumental. Hay que hacer mucha labor con los asesores, con los invitados especiales.
Creo que las audiencias apreciarían más ver, por ejemplo, el retorno de Érika Buenfil a su vieja carrera de cantante (cuando se le adelantó a “Barbie” pitándolo todo de rosa en los años 80) y descubrir si canta o no canta, que hacer eso mismo con un modelo desconocido disfrazado de maestro de yoga.
En el muy remoto caso de que usted no sepa de qué le estoy hablando, le explico rapidito:
“Veo cómo cantas” es un programa de televisión donde dos personas concursan para ver quién adivina, por la pura finta, si un grupo de personajes canta bien o canta mal.
A su lado hay un grupo de asesores, en este caso integrado por Érika Buenfil, Ricardo Montaner, José Eduardo Derbez, Natalia Téllez y un invitado. Todo esto dura dos horas.
¿Cuál es la ventaja? Que uno, desde casa, participa y se divierte.
¿Cuál es la desventaja? Me da mucha pena decirlo, pero es la verdad. “¿Quién es la máscara?” nos acostumbró a un grupo de “investigadores” todavía más estelar.
Y lo más triste es que estas personalidades, entre las cuales hay verdaderos monstruos sagrados como el maestro Montaner, tampoco pueden hacer mucho y aplicar sus conocimientos porque están obligados a asesorar sin argumentos.
Por tanto, ni se lucen ni se pueden integrar.
¿Entonces el programa es malo? No, es buenísimo, pero en una categoría similar a la de “Cien mexicanos dijieron” o a la de “Minuto para ganar VIP”.
¿En qué me baso para afirmar que es buenísimo? En algo que casi nadie ha mencionado y que es la gran clave para celebrar este lanzamiento por encima de cualquier otro:
“Veo cómo cantas” nos da permiso de no ser perfectos, de aceptarnos, de querernos.
No importa si, en este caso específico, no sabemos cantar. Lo que importa es que seamos nosotros mismos, que nos divirtamos, que gocemos de la vida sin limitaciones.
¿Se da cuenta usted de lo hermoso que es esto? Yo quiero ir corriendo a abrazar al señor Miguel Ángel Fox, el productor, porque es una gran lección para el pueblo de México justo ahora que las redes sociales nos están orillando a mentir, a fingir, a filtrar hasta la más mínima fotografía.
Por si esto no fuera suficiente, la conducción de Faisy es tan genial que a nivel humano pasan cosas que jamás habíamos visto en la televisión de este país.
¿Como qué? Como que el ganador renuncie a la mitad de su premio para dárselo a la persona contra la que estaba compitiendo.
Eso, en otras emisiones, hasta está prohibido. Aquí se puede, emociona al público mil veces más que cualquier otra cosa y manda mensajes de un valor social incalculable. ¡Felicidades!
En resumen, ésta es una mina de oro, pero hay que trabajarla y si sus responsables le dan al clavo, créame, le van a hacer mucho bien al mundo.
Luche por ver “Veo cómo cantas” en VIX , todos los domingos en Las Estrellas y, lo más importante de todo, cante sin pena. Sea feliz. Le va a gustar. De veras que sí.