A muchas personas no les gusta pagar por ver televisión. ¿Por qué? Porque seguramente crecieron en aquellos tiempos maravillosos en que la televisión abierta lo tenía todo, porque tienen otras prioridades en la vida o porque simple y sencillamente no les alcanza. Es válido.
La bronca es que ahora, con los cables, las antenas directas al hogar y los sistemas de distribución de contenidos en línea, hay que pagar porque hay que pagar.
No, pero espérese, se pone peor: ¿qué pasa cuando usted no tiene tarjeta de crédito, cuando se queda sin saldo o cuando la tiene bloqueada?
¿Qué sucede si no tiene para pagar por adelantado, si le da flojera ir a una tienda de conveniencia a depositar o si ya no alcanzó tarjetas de prepago en su tiendita?
¿Qué pasa si genuinamente le da miedo poner sus datos personales en esas plataformas que sólo Dios sabe qué harán con la dirección de su correo electrónico?
¿Qué sucede si no quiere que lo fiscalicen, que sus consumos queden registrados en un algoritmo o que una compañía de otro país le diga lo que tiene que ver cuando lo tiene que ver?
Para todas estas personas que en países como México son muchísimas les tengo una noticia maravillosa: VIX.
¿Qué es esto? Una de las ideas más inteligentes de toda la industria del espectáculo.
Se lo voy a decir en mis términos: VIX es televisión abierta convertida en un sistema de distribución de contenidos en línea.
¿Qué significa esto? Que usted puede gozar de series, películas, telenovelas, documentales, reality shows, tips de belleza, chismes de la farándula, consejos gastronómicos, información de viajes y mil cosas más, desde cualquier dispositivo y sin pagar un solo peso.
Es gratis, completamente legal y usted no tiene ni que darse de alta, ni dejar datos personales, ni nada de nada.
¿Entonces dónde está el negocio? En los comerciales. Así como cuando usted veía lo mejor de la televisión mexicana y los títulos más famosos de Hollywood en los legendarios canales de televisión abierta y le ponían anuncios, aquí pasa igual.
Lo bueno es que la cantidad de anuncios es ridículamente inferior a la de cualquier canal abierta privado de los que tenemos hoy y que aquí jamás le van a cortar o le van a censurar lo que está viendo.
Sí, yo sé que VIX es una plataforma nueva en México y que el volumen de sus contenidos no es tan grande como el de otras compañías, pero, así como está, funciona a la perfección.
Tenemos desde series mexicanas como La promesa y El albergue hasta series internacionales como Haven y Bitten pasando por películas estadounidenses tipo “Los niños del maíz” y “Las chicas sólo quieren divertirse” (que son muy difíciles de ver dobladas).
Esto sin contar las películas del Santo como Santo contra la hija de Frankenstein, todos esos filmes del cine mexicano popular de antes tipo Chile piquín, documentales sobre temas interesantísimo como el covid-19, y aportaciones fundamentales como Pantaleón y las visitadoras.
Me encanta VIX porque va a ese mercado popular que merece atención, que merece respeto y en el que nadie más estaba pensando precisamente por esta voracidad comercial de las suscripciones de la que tanto se habla en tantas partes.
A mí me remite a mi época de videohomes, de telenovelas extranjeras y de películas hechas con poco presupuesto, pero con mucho corazón.
Se me hace la plataforma perfecta para las personas que estaban acostumbradas a ver sólo televisión abierta y que, por diferentes cuestiones económicas, tecnológicas o incluso generacionales, no podían aspirar a más.
Aquí van a poder elegir lo que quieren ver, lo van a poder sintonizar donde gusten y no se van a sentir amarrado a mirarlo ciertos días y a ciertas horas.
¿Ahora entiende por qué le digo que VIX es televisión abierta convertida en un sistema de distribución de contenidos en línea? Es lo mejor de dos mundos, la plataforma que faltaba. ¿A poco no? Búsquela.
alvaro.cueva@milenio.com