¿Qué va a hacer este fin de semana? ¿Le puedo hacer una humilde sugerencia?
Luche con todas sus fuerzas por llevar a su familia, a su pareja o a sus amigos al cine a ver “Welcome al norte”. No sabe usted la belleza de película de la que le estoy hablando.
Para que me entienda, se lo voy a decir como se lo estoy diciendo a mi gente más cercana: me sentí igual que cuando fui a ver “Como agua para chocolate” en 1992.
¿Por qué? Porque cuando aquello termina uno acaba con una sensación muy bonita en el alma, una sensación de profundo amor a México, de reconciliación total con la vida.
Es exactamente el tipo de película que el mundo necesita.
Por si esto no fuera suficiente, igual que como sucedió en aquel entonces con aquella obra maestra de Alfonso Arau escrita por Laura Esquivel, aquí cada personaje es de una riqueza monumental.
Si en algo cree usted en mi trabajo de más de 36 años, en serio, no se distraiga con el atascadero de contenidos que hay en el mercado ni con el lamentable silencio de la prensa y los influencers.
Aquí tenemos una joya más del inmenso Gustavo Loza, responsable de cañonazos históricos como “¿Qué culpa tiene el niño?” y “La otra familia”.
¿De qué trata “Welcome al norte”? Se la voy a describir así para no arruinarle la experiencia:
¿Se acuerda que llevo un largo rato diciéndole que una de las tendencias más importantes del cine, el “streaming” y la televisión de hoy tiene que ver con la biculturalidad?
Bueno, “Welcome al norte” es un filme bicultural pero en lugar de hablar de mexicanos y gringos, de mexicanos y españoles o de mexicanos y argentinos, habla de mexicanos y mexicanos.
¿Cómo? Es que México es tan grande, tan rico y tan diverso que entre nosotras y nosotros hay mujeres y hombres de muchas culturas.
“Welcome al norte” narra lo que sucede cuando los yucatecos se juntan con los bajacalifornianos.
Aquello no puede ser más chistoso, pero al mismo tiempo, más revelador de lo poco que sabemos los unos de los otros en este país.
Llorará de la risa, pero también de la ternura porque hay algo que nos une a todas y a todos en México: el amor.
Las noticias podrán decir lo que quieran de las personas del sur o de las del norte, pero estamos llenas y llenos de amor por nuestras parejas, de amor por nuestras familias y de amor por los demás.
Usted sólo vea esta producción de Ricardo Coeto (“Maradona: sueño bendito”) y Francisco Cordero (“Pancho Villa, el centauro del norte”) y me dice.
Lo único que espero es que aprecie los profundos valores de producción que hay detrás de ella.
Esa fotografía Tonatiuh Martínez Valdez (“Sueño en otro idioma”) es de concurso igual que todo lo que tiene que ver con iluminación, vestuario y escenografía.
La supervisión musical de Patricia Carrera (“Cindy la regia”) es un delirio. No hay manera de escuchar esas canciones y de no ponerse a cantar.
Silverio Palacios siempre ha sido un gran actor pero aquí está haciendo el personaje de su vida. ¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravísimo!
Amorita Rasgado es una revelación. Me urge verla más seguido.
Isabel Burr es grandiosa. Está irreconocible. Es la protagonista perfecta.
Ver a Ricardo Abarca me emociona demasiado porque lo conocí haciendo “Cumbia Ninja” y mírelo ahora, gigante.
Raquel Garza es la mamá de México. No lo puedo decir de otra manera.
¿Qué me dice de Paco Rueda? El señor ya es garantía. Punto. De ese nivel.
Y es aquí donde yo debo felicitar a Armando Hernández y a Miguel Burra por aventarse tremendas actuaciones especiales, a Roberto Sosa por aceptar un personaje tan diferente, a Agustín Ocegueda por su dominio de los acentos y a Ricardo Abarca porque su Spooky ya es un referente.
¿Qué va a hacer este fin de semana? Luche con todas sus fuerzas por ir al cine a ver “Welcome al norte”. Le va a gustar. De veras que sí.