A mí sí me interesa el tema de La Conquista y no, no estoy de acuerdo con las personas que asumen que todo lo que el gobierno ha estado haciendo por recordar este evento, a 500 años de distancia, sea una frivolidad o un derroche en tiempos de pandemia.
Creo que muchos de los problemas políticos, económicos, sociales, pero, sobretodo, emocionales que tenemos los mexicanos, comienzan con las espantosas lecturas que nuestras clases de historia nos dieron de este evento.
Esos libros nos enseñaron a odiarnos a nosotros mismos, a asumirnos como fracasados, a sentirnos inferiores, a despreciar a nuestros pueblos originarios, a rechazar a las mujeres y a celebrar la violencia.
Leer la historia es importante, repensar La Resistencia Indígena hoy es fundamental y no sé usted, pero yo me la he pasado aprendiendo muchísimo con los libros que han estados saliendo al mercado, con los programas que los medios públicos han estado transmitiendo y con los eventos que las autoridades han estado organizando como el del 13 de agosto.
¿Frivolidad? ¿Por qué nadie dijo lo mismo de los festejos del Bicentenario de nuestra Independencia?
¿Ya se le olvidaron los desfiles, las fiestas, las series, las películas, los programas especiales y hasta la figura de un blanquísimo José María Morelos y Pavón dibujado como si fuera superhéroe, entre muchas otras barbaridades más?
Yo le pregunto a todas esas personas tan dignamente agobiadas por el tema de la frivolidad: ¿A dónde fueron a dar, por ejemplo, todas aquellas piezas gigantescas que se construyeron para el desfile del Bicentenario?
¿No se suponía que habían salido tan caras que iban a formar parte de un museo, de un proyecto posterior o de algo así? Yo lo comenté aquí, en esta misma columna.
¿Y la Estela de Luz? Qué rápido se nos olvidó lo que iba a costar, lo que terminó costando, lo que nunca se resolvió, su pésima presencia en el paisaje urbano y, lo peor de todo, que no funciona.
¿O qué, usted la ha visto brillar con sofisticadas combinaciones luminosas, mandando mensajes sobre nuestros 200 años de libertad o haciendo algo medianamente llamativo?
¿Es una pieza relevante en el contexto del arte universal? ¿Un símbolo de orgullo? ¿Un referente de México?
Y veníamos de la crisis sanitaria de la influenza AH1N1 donde jamás se nos puso una vacuna gratis, donde sólo tuvieron acceso a la protección los que tenían dinero para pagarla.
¿Eso sí estuvo bien? ¿Eso sí estuvo bien y lo que estamos viviendo ahora está mal?
Si otra hubiera sido la administración al frente, esa maqueta que se construyó en el Zócalo hubiera sido muchas veces más grande, se hubiera tirado dinero a lo bestia y se hubieran cometido peligrosos reforzamientos culturales sobre lo bonito que fue que nos conquistaran.
Eso que usted vio no fue un derroche, se tenía que hacer con todo y pandemia por un tema moral, por la más elemental dignidad mexicana.
Las generaciones del futuro, cuando hablen de la caída de Tenochtitlan y de las maneras como fue recordada, no van a hablar del COVID-19 como nadie habla hoy de la influenza española que azotó al mundo hace 100 años.
Van a hablar de eventos como el del 13 de agosto. Y no, ese poco o mucho dinero no hubiera servido para más vacunas o para la construcción de más hospitales porque las vacunas fluyen bajo otros esquemas internacionales y porque los hospitales tardan años en ser construidos.
Que si el problema fueron las multitudes que se congregaron en el Zócalo. “Sí, ¿verdad? ¡Oh, Dios! ¡Qué terrible!”
¿Y las que están yendo a los conciertos masivos en diferentes puntos de la nación? ¿Y las borracheras multitudinarias sin cubrebocas ni sana distancia?
¿Y el cinismo de todas esas personas que declaran sin la menor vergüenza que estarían felices de contagiarse si lo hicieran en plena pachanga?
Todos los canales de televisión y todas las estaciones de radio lo han estado reportando.
¿Ahí sí usted está muy dispuesto a pagar impuestos para que les regalen el tratamiento, para que les tengan su respirador en el hospital y para que las traten con amor y respeto?
¿Por qué nadie maldice a esta gente con la misma fuerza con la que maldice la maqueta del Zócalo? ¿Por qué nadie condena a esas personas con el mismo odio?
Su irresponsabilidad manifiesta es una ofensa no sólo para usted y para mí, ¡para toda la humanidad!
¿De qué hubiera servido que el gobierno no hubiera hecho nada alrededor de los 500 años de la caída de Tenochtitlan si toda esa gente, igual, no se iba a quedar en su casa protegiendo su salud? ¡De qué!
Si nos vamos a quejar, quejémonos parejo. Si nos vamos a involucrar, involucrémonos bien.
Lo siento, a mí sí me interesa el tema de La Conquista y no, no estoy de acuerdo con las personas que asumen que todo lo que el gobierno ha estado haciendo por recordar este evento, a 500 años de distancia, sea una frivolidad o un derroche en tiempos de pandemia.
Álvaro Cueva