Ayotzinapa: verdades y mentiras

Ciudad de México /

Tengo en mis manos el “2º Informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa”.

Es una caja con siete libros. El primero es propiamente el informe. El segundo, el Anexo 1 “Reuniones de trabajo e informes presentados a la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa”.

El tercero, el Anexo 2 “Fichas y bitácoras de búsqueda, hallazgos e identificación genética”.

El cuarto, “Reportes diarios de búsqueda de campo”. El quinto, “Informe complementario sobre los eventos reportados en el informe del 18 de agosto de 2022”.

El quinto, “Atención a víctimas”. Y el sexto, “Atención a recomendaciones”.

No se puede ser más profesional en la vida. Está bien realizado. Cumple con todos los requisitos.

De hecho, yo hasta felicitaría a Alejandro Encinas y a su equipo de trabajo por la seriedad que hay detrás de esto.

No hay manera de leer este material y de no entender, de no dar por cerrada esta historia.

¿Entonces por qué muchos medios de comunicación, periodistas e influencers están frenéticos en un tono de decepción?

¿Por qué hay tanta inconformidad por parte de los familiares de los normalistas de Ayotzinapa? ¿Por qué hay tanta rabia en el ambiente?

Se lo voy a explicar así: ¿Se acuerda cuando capturaron a Joaquín “El Chapo” Guzmán?

En aquel entonces, muchos medios, periodistas e influencers se desbordaron en odio haciendo las afirmaciones más disparatadas que usted se pueda imaginar.

Como que no estuvieron de acuerdo con la detención de ese personaje. Como que no les gustó.

Yo, al ver y escuchar aquello, hice una columna titulada “No era El Chapo” para poner sobre la mesa algo que hasta el día de hoy estamos padeciendo: la verdad no es un café de Starbucks.

Cuando usted va a Starbucks, le hacen el café que quiera, del tamaño que se le antoje, con los condimentos que a usted se le ocurran y hasta a la temperatura que se le pegue la gana.

Esto no pasaba antes. Es como mágico.

El problema es que los cafés de Starbucks, como muchos otros elementos de nuestra nueva, narcisista y algorítmica realidad, ha creado ya varias generaciones de personas que sólo están contentas cuando les dan exactamente lo que quieren, como quieren, donde quieren y cuando quieren.

Pero, perdón, hay cosas que no se pueden manejar así y una de ellas es la verdad.

Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, la verdad no es siempre la que quisiéramos. No siempre tenemos la razón. No siempre se trata de nosotros.

Y aunque lloremos, gritemos, tomemos terapia, hagamos publicaciones en las redes, salgamos a las calles y quememos edificios, no nos vamos a salir con la nuestra. La verdad no funciona así.

Yo sé que muchas personas quisieran que este 2º Informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa coincidiera con sus odios, con sus intereses o hasta con sus teorías de la conspiración, pero no hay manera.

Lo que está registrado es lo que está registrado. Lo que pasó es lo que pasó.

Para mí sería muy fácil aventarme otra columna como la de “No era El Chapo” e inventarle una entretenidísima historia de terror con la gente del gobierno de aquel entonces y actores de las televisoras más importantes.

Pero eso, como lo que sucedió en aquel entonces, no cambiaría nada.

Es tristísimo para quienes perdieron a sus hijos, a sus amigos y a sus aliados.

Pero ni modo de inventar algo para hacer negocio, amarrar navajas electorales o ganar batallas políticas, como han estado haciendo muchos en los últimos días.

En el caso Ayotzinapa faltó un presidente como Gustavo Díaz Ordaz que asumiera la responsabilidad de esa matanza.

El error en materia de comunicación viene de otro gobierno, de otros personajes, de otros partidos y lo más terrible es que muchas instancias quieren manejar a la administración de AMLO como la gran responsable de esta decepción.

Si Andrés Manuel López Obrador hubiera sido presidente hace nueve años, a esos muchachos ni siquiera se le hubiera ocurrido tomar esos camiones.

¿Por qué la 4T tiene que pagar por esta historia? ¿Por qué el villano tiene que ser el presidente de ahora?

No, y espérese, se pone peor porque en 2024 se van a cumplir 10 años, para cuando sea la gran conmemoración ya sabremos quién será la próxima presidenta o el próximo presidente de México y aquello, por lo mismo, se va a poner mil veces más rudo.

E igual, no va a pasar nada. La verdad seguirá siendo la verdad. Los intereses y la diversión seguirán siendo los intereses y la diversión.

Urge que reflexionemos sobre nuestra relación con las noticias y el entretenimiento. Hay cosas que no podemos recibir como si fueran un café de Starbucks, que no podemos discutir como si se tratara de una serie de Netflix.

Urge que dejemos de pensar en nuestros caprichos como el eje sobre el cual tienen que girar todas las cosas para tenernos contentas, para tenernos contentos. ¿O usted qué opina?


  • Álvaro Cueva
  • contactoalvarocueva@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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