El viernes 13 de junio tuve el honor de acompañar a Clara Brugada, a varios miembros de su gabinete y a un distinguido grupo de compañeros periodistas en la presentación de las actividades que el gobierno de la Ciudad de México va a llevar a cabo en los próximos días para conmemorar, todavía más, el mes del orgullo LGBT.
Quiero que entienda la relevancia de lo que sucedió ahí. Antes, el gobierno nos perseguía, nos reprimía, nos fichaba y la marcha era un acto de protesta, de valentía. No cualquiera se atrevía a pararse ahí.
Es increíble todo lo que estamos viviendo ahora, que las autoridades sean nuestras mejores aliadas y que la marcha se haya convertido en una fiesta, en un evento al que da gusto ir, al que vamos todas, todos y todes.
Yo sé que falta mucho por hacer, pero es fantástico todo lo que tenemos. Debemos reconocerlo, defenderlo y celebrarlo.
Tal y como está en el testigo de este evento maravilloso que usted puede consultar en YouTube, la cantidad y calidad de actividades que se anunció es impresionante.
Hablaron la Secretaria Ejecutiva de la Unidad de Atención a la Diversidad Sexual, la Secretaria de Turismo, la Secretaria de cultura, el Secretario de Gobierno, diputados y comunicadores.
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por la publicación de la primera guía turística LGBT que va a estar disponible en los módulos de atención a visitantes de toda la ciudad o por la bandera monumental viva LGBT que miles de personas vamos a montar en el Zócalo?
Obviamente se tocaron temas de una seriedad admirable como lo que el diputado Jaime López Vela está peleando en términos constitucionales o como la parte de salud.
Pero no deja de ser emocionante ver que la capital del país, la Capital de la Transformación, la “Capital con orgullo”, es nuestro destino turístico urbano LGBT más grande e importante y que sorprenderá al mundo entero durante el próximo Mundial de Futbol.
Este año tendremos una noche de museos LGBT, cualquier cantidad de exposiciones, conciertos, conferencias y eventos culturales, la Copa LGBTIQ+ y hasta marchas en los reclusorios.
Y yo no sé qué me impresiona más, si el dato de que esto está viajando por las 16 alcaldías o las innovaciones.
¿Sabía usted, por ejemplo, que durante la marcha del 28 de junio, entre todos los contingentes y camiones que desfilarán, habrá un Turibús al que cualquier persona se podrá subir para hacer sus registros de cambio de identidad?
No, pero espérese. No le he dicho nada. Habrá otro Turibús para que la gente vaya y se case con quien se le dé la gana. ¡Usted se va a poder casar en la marcha! ¿Así o más fácil? ¿Así o más hermoso?
Por lo que más quiera en la vida, métase ya a las páginas de internet del Gobierno de la Ciudad de México para que se entere de todo lo que va a haber, para que participe y para que sea feliz.
A mí me tocó cerrar el evento. No salgo en el video porque mi participación no fue en el escenario. Fue en la escalinata donde todas, todos y todes nos tomamos la foto de despedida.
Me tomé la libertad de hablar de algo que nadie mencionó en aquella inmensidad de discursos: nosotras, nosotros y nosotres, l@s miembr@s del colectivo LGBTTTIQA+.
Somos buenisim@s para lucirnos, para pedir, para exigir, para decirle al gobierno lo que tiene que hacer y, por supuesto, para quejarnos.
Pero, la verdad, como conjunto de comunidades, estamos muy mal.
Nosotr@s, que sabemos que vivimos en un lugar privilegiado, que entendemos los horrores que están pasando en otros países, no necesitamos que regrese la derecha ni a violentarnos ni a quitarnos todo lo que hemos conseguido.
Nosotr@s somos nuestr@s peores enemig@s. Tal y como dije ahí, se me cae la cara de vergüenza al ver cómo nos atacamos, como nos boicoteamos y cómo nos destruimos.
Perdón pero yo no siento que estemos a la altura de los esfuerzos que están haciendo nuestras autoridades ni a nivel local ni a nivel federal.
Urge que nos tomemos en serio, que nos conozcamos, que nos respetemos, que nos unamos pero, sobre todo, que seamos autocrític@s.
No hay sufrimiento que justifique los errores que estamos cometiendo como colectivo.
No hay herida lo suficientemente grande como para justificar el daño que nos estamos haciendo.
Si seguimos por donde vamos esto va a acabar muy mal y ahora sí no será por culpa de un gobierno que nos persiga, que nos reprima o que nos fiche.
Será por nuestra propia culpa. Lo vamos a echar a perder. ¿O usted qué opina?