Soy el admirador número uno de Claudia Sheinbaum. No lo puedo decir de otra manera.
¿Por qué? Porque no sólo heredó la narrativa de Andrés Manuel López Obrador, la perfeccionó y construyó algo tan bueno, tan contundente y tan potente que los enemigos de la Cuarta Transformación no saben qué hacer.
A AMLO se le criticaba (ojo con las implicaciones racistas, edadistas y clasistas) el tono, el ritmo, el acento.
La doctora es prodigiosa porque sin dejar de atender con el más profundo amor y respeto a las audiencias que se atendieron en el sexenio pasado, tiene la capacidad de atender a las otras, a las que siempre esperaron una declaración científica, para los empresarios, sin frases de color.
En más de una ocasión, mirando “La mañanera del pueblo”, he visto a más de un periodista poniéndole trampas a la presidenta y ella, en lugar de caer, con una agilidad mental admirable, los pone en su lugar con una frialdad exquisita.
Obviamente comedia es inteligencia y la presidenta también ha dejado ver que es una persona con un extraordinario sentido del humor, una mujer divertida.
¿Y qué me dice de la parte de la sensibilidad? Amo cuando la miro interactuando con las niñas, con los artesanos, con la gente que antes, ni remotamente, recibía esta clase de reconocimientos, esta clase de atenciones.
¿Pero sabe qué es lo más interesante de la narrativa de Claudia Sheinbaum? Su carácter.
Fuimos muchas y muchos los mexicanos educados por el patriarcado. No hay palabras para describir la emoción que sentimos cuando la vemos ponérsele al tú por tú a algunas de las figuras masculinas más poderosas del mundo como Donald Trump.
¡Ésa es la presidenta que necesitábamos! ¡Ésas son las mujeres que había que poner al frente de la nación! ¡Ésas son las mexicanas!
¡Gracias! De veras, gracias por esto, porque no me quisiera ni imaginar lo que estaría pasando si otra persona estuviera ocupando hoy el poder ejecutivo, porque me voy al pasado, me acuerdo de lo que hacían y decían los presidentes de hace más de siete años, y me quiero morir de la vergüenza.
¿Por qué le estoy escribiendo esto? ¿Por qué hoy cuando las agendas noticiosas apuntan hacia otros lados?
Porque el Financial Times acaba de nombrar a nuestra presidenta como una de las 25 mujeres más influyentes de 2024 y, como es obvio, por los cercos informativos y por tantísimas cosas espantosas que siguen pasando con los medios y las redes en este país, la nota no va a trascender y no se vale.
Claudia Sheinbaum es un orgullo para México y no sé usted pero yo, antes de la Cuarta Transformación, podía sentir cualquier cosa por nuestros gobernantes menos orgullo.
Sí es un cambio. Nuestra presidenta es brillante para comunicarse hasta en el mundo digital.
¿Ha visto usted sus tiktoks? Son una gloria. Y no me refiero sólo a los resúmenes de sus viajes o de sus conferencias matutinas.
Hay aportaciones hechas específicamente para esa red que conectan increíble con las nuevas generaciones. Son una cátedra de producción, de conducción, de comunicación.
¿Ahora entiende cuando le digo que los enemigos de la Cuarta Transformación no saben qué hacer?
Están desarmados, vacíos, derrotados. Lo único que les queda es el “talk show” barato y ahí están sus números, cada vez más bajos, cada vez peor.
Soy el admirador número uno de Claudia Sheinbaum. No lo puedo decir de otra manera. ¡Felicidades!