Entre Clara Brugada y "una mujer desnuda"

Ciudad de México /

La noche del jueves 13 de marzo, exactamente en el día en que se celebraron los 700 años de la fundación de nuestra ciudad, de México-Tenochtitlan, fui testigo de un acontecimiento histórico:

El estreno de la divertidísima obra “Entre Pancho Villa y una mujer desnuda” en el Zócalo.

¿Sabe usted lo que fue ver teatro en ese lugar donde se colocaban los cráneos de los guerreros sacrificados por los mexicas, donde estuvo El Parián, donde pasaron muchos de nuestros más grandes héroes, donde se han expresado tantísimas manifestaciones de protesta y donde se han celebrado tantos triunfos?

Es muy fuerte. Es muy bello. Es volver al teatro, a la esencia de la verdadera experiencia teatral. A ese sitio donde pobres y ricos, donde mujeres y hombres, donde viejos y jóvenes se pueden encontrar para verse en escena, para divertirse, para discutirse.

Y tal y como ocurría en los más monumentales rituales del México antiguo y, por supuesto, en la Grecia clásica, también para liberarse, para transformarse, para tomar conciencia.

Tengo un nudo en la garganta. La Secretaría de Cultura de la administración de Clara Brugada le está demostrando al pueblo, con hechos, que la cultura, que el teatro, no es un privilegio, que es un derecho.

Ver “Entre Pancho Villa y una mujer desnuda” no cuesta nada. Es para todas, para todos y para todes. Usted lo único que tiene que hacer es llegar antes y formarse. Punto.

El Zócalo había sido la sede del despegue de los globos de Cantolla, de exposiciones fotográficas, de circos y hasta de pistas de hielo, pero jamás de algo tan poderoso.

Quiero que entienda la magia de lo que está sucediendo ahí: la inteligencia del teatro, la profundidad de la comedia.

“Entre Pancho Villa y una mujer desnuda” es una obra de la gran dramaturga mexicana Sabina Berman. Es teatro mexicano. Es teatro cómico mexicano.

Muchas personas vimos este espectáculo en los años 90, cuando nuestra escena teatral era predominantemente masculina e iba hacia otros temas.

Imagínese, por favor, por un momento, lo que fue ver en aquel entonces un texto de una mujer sobre las mujeres, el patriarcado y, lo “peor” de todo, partiendo de un referente macho-intocable como el de Pancho Villa.

La gente decía: ¿Qué es esto? Y la amamos. Hasta se hizo en cine con Diana Bracho. Jesús Ochoa, Zaide Silvia Gutiérrez y muchas otras estrellas.

Hoy, tres décadas después y con cuatro o cinco guiños a nuestra realidad política y social confirmamos que Sabina Berman se adelantó a su época.

Y no sólo eso, que lo hizo con una gracia cómica digna de Molière. Porque esto es hilarante. La gente se carcajea que da gusto.

A partir de esas carcajadas viene lo mejor: el exteriorizar ideas y emociones que tal vez no sacaríamos de no ser por la obra.

El público sale mejor de lo que llegó después de haber vivido esto.

Ojo: cuando digo haber vivido, es haber vivido porque lo que está sucediendo aquí no es el teatro fifí con gente elegante y calladita. Es el gran teatro del pueblo, del pueblo mexicano.

Estamos viendo la obra y, al mismo tiempo, tenemos a los concheros atrás bailando y tocando sus tambores, al organillero dándole vuelo a la manivela, a la gente que grita, a los niños que juegan, a los perros que ladran y a las campanas de la catedral.

Y está cambiando la temperatura, y está soplando el viento y de repente, hasta suena la alerta sísmica.

Todo esto, en lugar de restar, suma, hace que la Ciudad de México se integre a la obra y glorifica lo que pasa en el escenario.

Es en este punto donde yo tengo que felicitar públicamente a las actrices y a los actores que participan en esta puesta en escena.

Ellas y ellos no sólo se tuvieron que aprender sus textos y sus trazos, tienen que proyectar la voz como jamás imaginaron, improvisar sobre las más insólitas situaciones y conservar la concentración bajo presiones inimaginables.

Mariana Gajá está suprema. Moisés Arizmendi es lo máximo. Tato Alexander está divina. Roberto Cázares es la revelación. Andrés Delgado está fabuloso y Conchi León es una maestra.

Inmenso trabajo de dirección de la misma autora, de Sabina Berman.

¿Cuál es la nota? Que Clara Brugada no sólo inventó las utopías. Ahora puede decir, gracias a Ana Francis Mor, que acaba de inventar un modelo cultural, un modelo teatral.

¿Se acuerda usted de cómo Adolfo López Mateos construyó los maravillosos teatros del Seguro Social a mediados del siglo XX para llevar lo mejor de la cultura a muchos lugares de México?

Clara Brugada acaba de inventar algo así de sobresaliente: está llevando lo mejor de la cultura a las plazas públicas.

Aquí no se necesitó construir un teatro como el Julio Prieto. Sólo se necesitó un tapete de 60 metros, unas cuantas luces y varias gradas móviles.

Pero eso sí, además de todo lo que le acabo de mencionar, se necesitó talento. El talento de una autora mexicana, el talento de una compañía de actrices y de actores mexicanos.

No es teatro callejero. Por favor no se confunda. Es el principio de algo.

¿Ya se puso usted a pensar en lo que pasaría si este modelo se reprodujera y se llevara a más plazas, a más alcaldías e incluso más allá?

¿Ya se puso usted a pensar en lo que pasaría si se crearan talleres de dramaturgia y compañías formales que llenaran con este nivel de entretenimiento y calidad nuestros otros espacios públicos?

¿Ahora entiende la magnitud de lo que está sucediendo en el Zócalo? Clara tiene en sus manos la semilla de algo que pudiera ser tan relevante como sus utopías, como Original, como todo lo grande que se está creando en la Cuarta Transformación.

Espero, de todo corazón, que no lo deje ir.

Luche con todas sus fuerzas por ser parte, como yo, de este acontecimiento histórico.

Métase ya a las redes sociales de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, localice la información y vaya a ver “Entre Pancho Villa y una mujer desnuda” al Zócalo. Le va a gustar. De veras que sí.


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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