No me preocupa que la senadora Jesusa Rodríguez proponga eliminar las becas del Fonca o que Mauricio Clark publique tuits homofóbicos.
Me preocupa algo que está por encima de esto: la equivocada sensación de que somos vulnerables, de que estamos en manos de estos personajes, de que lo que ellos dicen nos afecta.
Si la senadora habla y enciende al país entero es porque se nos está haciendo creer que por más disparatado que sea su comentario, se puede convertir en realidad.
¿Sí entiende dónde está el truco? Nadie cuestiona si la señora tiene atribuciones para que sus ocurrencias se materialicen. Nadie va al Fonca a preguntar si eso es posible.
¡No! Todos se tragan el cuento de que estamos ante una deidad suprema y, con su ruido en medios y redes sociales, la empoderan todavía más.
Si Mauricio Clark escribe una barbaridad en una de sus cuentas y despierta la ira de miles de personas es porque en este país la homofobia no está tipificada como delito y porque Twitter no tiene reglas claras para diferenciar la incitación a la violencia de la libertad de expresión.
¿Y qué hace la gente? En lugar de ir con los que hacen las leyes o de cuestionar a las cabezas de esa red social, le siguen el juego, lo convierten en un éxito, en un ídolo, en un modelo a seguir.
Si usted tuviera hambre de popularidad, ¿a poco no se le antojaría hacer lo mismo que don Mauricio ante el impacto de sus publicaciones?
Si usted quisiera salir de pobre, ¿en verdad no consideraría imitar al señor Clark para obtener números en Twitter que le permitieran vender conferencias y presentaciones personales?
El problema no son las palabras de Jesusa Rodríguez o de Mauricio Clark. El problema es nuestro analfabetismo mediático.
Marina Núñez Bespalova, la secretaria ejecutiva del Fonca, declaró pública y oficialmente que las becas del Fonca están garantizadas por el resto del sexenio.
Andrea Legarreta, una de las figuras más poderosas del espectáculo mexicano, dejó a Mauricio Clark como el peor de los ignorantes en Hoy. Fin de la historia.
¿Y qué ocurrió? Nada. Las redes seguían explotando. Los noticiarios de radio y televisión seguían entrevistando creadores. ¡Qué negociazo!
¿Y nosotros? En sus manos. Haciendo corajes. Llevando esto a nuestra vida cotidiana. Empoderándolos.
Si a usted no le gusta su senadora, acuda a las instancias oficiales para que se la quiten. No pierda su tiempo en dimes y diretes. No vivimos en una dictadura.
Si usted no le gusta lo que está pasando en Twitter, hable formalmente con esos señores. No haga más rico a Mauricio Clark.
Hay una línea muy clara en todos los fenómenos mediáticos que hemos estados padeciendo en los últimos días, una línea que tiene que ver, no con los personajes que los generan, con nosotros.
Dejarse llevar por esta clase de provocaciones es como aceptar una extorsión telefónica, como sucumbir ante un secuestro virtual.
Es no entender dónde está la realidad y dónde, la fantasía. Es asumir una vulnerabilidad que no existe. Es cometer un error.
No me preocupa que la senadora Jesusa Rodríguez proponga eliminar las becas del Fonca o que Mauricio Clark publique tuits homofóbicos.
Me preocupa nuestro analfabetismo mediático. ¿A usted no?
@AlvaroCueva