Las Telesecundarias: el secreto mejor guardado de la 4T

Ciudad de México /

Me preocupa que no se cuenten las historias de éxito de la Cuarta Transformación como la que se está escribiendo en este momento con las telesecundarias.

¿Por qué nadie habla de esto? ¿Qué están esperando? Es fantástico, de lo mejor que le ha pasado a México en décadas.

Le explico: contrariamente a lo que muchas personas suponen, la educación a distancia no comenzó con la pandemia ni viene de las universidades privadas.

México fue pionero a nivel mundial en el uso de herramientas mediáticas con fines educativos. Aquí nació el primer canal de televisión educativo de toda Iberoamérica.

Fue en 1959 y sigue operando. Es El Once. Sí, un medio público, el muy exitoso canal del Instituto Politécnico Nacional.

Pero la cosa no quedó ahí. En 1965 se puso en órbita el primer satélite comercial de telecomunicaciones, un invento que lo cambió todo al llevar señales de televisión a lugares que, por su ubicación geográfica, eran imposibles de conectar con las antenas tradicionales.

Por primera vez tuvimos un país que se podía unir mirando una pantalla. Por primera vez tuvimos la posibilidad de llevarle un mismo contenido a las mexicanas y los mexicanos de todo el territorio nacional.

Y fue en ese punto, hace 58 años, que al gobierno de México se le ocurrió aprovechar ese recurso para convertirlo en un vehículo para llevarle educación a las multitudes.

El primer experimento fue la famosa campaña de alfabetización de 1966. Éxito total. Era más fácil, rápido y divertido aprender a leer y escribir mirando televisión que de la manera tradicional.

En 1968 la telesecundaria quedó inscrita en el modelo educativo nacional. Para no hacerle el cuento largo, estamos celebrando 55 años de educación básica (antes era media básica) ininterrumpida a distancia.

Miles de personas obtuvieron sus certificados de secundaria gracias a esta aportación. ¿Sabe usted lo que esto representa para una mujer del campo, para un hombre del desierto, para alguien en la montaña, para la gente de las islas o para las pequeñas poblaciones de las selvas?

La Telesecundaria Mexicana fue un invento tan bueno, tan grande y tan poderoso que especialistas de las más importantes potencias globales, como Japón, vinieron a estudiar el modelo.

Y ni hablemos del impacto de estas “escuelas” a nivel Iberoamérica porque entonces sí no acabaríamos nunca. Hay cualquier cantidad de anécdotas de países de nuestra región que bajaban la señal para ayudar a sus poblaciones.

¿Por qué hablo en pasado? Porque al igual que como ocurrió con muchos aspectos que la oposición se niega a reconocer, aunque se siguieron produciendo contenidos, las telesecundarias se descuidaron a un nivel francamente vergonzoso.

Cuando comenzó este sexenio, un muy alto porcentaje de esas instalaciones no servían para nada. Entre que no tenían antenas, no funcionaban los decodificadores o había daños en los monitores, mucha gente perdió su acceso a la educación.

Para mí sería muy fácil acusar a las antiguas administraciones de haberse robado el dinero que las autoridades siempre les dieron para equipo o de acusarlas de producir basura, sólo para justificar el presupuesto que estaban consumiendo, a sabiendas de que nadie la iba a ver.

Pero, la verdad, no me interesa. Lo que quiero es felicitar públicamente a AprendeMX, a la Secretaría de Educación Pública y al Gobierno de México porque en los últimos años han ido plantel por plantel reconstruyendo aquello. Estamos iniciando una época de oro.

¿En qué me baso para afirmar esto? En que los nuevos equipos que se están instalando en las Telesecundarias hoy son de última generación, permitiéndole a las maestras y a los maestros atender más y mejor a sus alumnos.

La Nueva Escuela Mexicana llegará a donde la vieja educación jamás llegó, como jamás llegó, cambiando la vida de comunidades enteras gracias al poder de esto, de la escuela, de la educación.

Y no, no se confunda. Aquí no se abrieron presupuestos extraordinarios como con otras obras públicas. Simplemente se utilizaron los recursos para lo que siempre se tuvieron que utilizar.

A todo lo que le acabo de decir, súmele la parte de los contenidos, la parte de las nuevas producciones.

En resumen, vienen grandes momentos para la Telesecundaria y para la educación a distancia, en general, en nuestro país.

¿Ahora entiende por qué me preocupa que esta historia no se cuente? Tendría que ser un motivo de orgullo, un momento de gloria.

Por favor ayúdeme a que se sepa. Ayúdeme a que se comente. Seamos congruentes y así como somos buenos para afirmar que la educación nos importa tanto como para atacar o defender los libros de texto gratuitos, volteemos a mirar a las Telesecundarias, volvamos a pensar en este gran invento. ¿O usted qué opina?


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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