Cada vez falta menos para los 100 días de AMLO y sí, me queda claro que el señor está preparando un gran informe, una gran fiesta, para posicionar su presidencia como el fenómeno más exitoso de todos los tiempos, pero yo quisiera hacer una sugerencia.
¿Cuál? Que en esa fecha tan especial se anuncie el fin de sus conferencias mañaneras.
¿Por qué? Porque se están transformando en algo negativo, en algo contraproducente, y 100 días es un bonito número para impedir que se conviertan en una catástrofe, 100 días es un buen pretexto para cambiar de formato.
No es la primera vez que a un gobierno de transición le da por descubrir el hilo negro en materia de comunicación política.
Acuérdese del programa “Fox contigo” de Vicente Fox o de “Escuela para padres” de Marta Sahagún.
A nadie le gustaban esas producciones. Échese un clavado en la hemeroteca y encontrará puros ataques, burlas.
En contraste, en ese mismo sexenio, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno de Ciudad de México, triunfaba convocando a la prensa todas las mañanas tal y como lo está haciendo ahora.
¿Por qué a don Vicente le iba mal con sus programas y a AMLO no?
Porque como Fox era el presidente, sus espectáculos eran innecesarios, redundantes, un acto de prepotencia, de vanidad.
Darle seguimiento a López Obrador, en cambio, era suculento porque como en periodismo la nota está donde está el conflicto, no existía nada más noticioso que mirar a aquel político atacando al presidente, haciendo campaña, marcando agenda.
Hoy que don Andrés Manuel está en la Presidencia, verlo todas las mañanas hablando bien de su gobierno es algo innecesario, redundante, un acto de prepotencia, de vanidad.
AMLO ya no es oposición, ya no es nota y si no me cree, lo invito a observar lo que ocurre diariamente en ese programa.
Cada vez van menos reporteros, cada vez van menos reporteros importantes, cada vez van menos reporteros de medios importantes.
Y como el Presidente tiene una manera muy peculiar de responder a todo, falta poco para que los periodistas le comiencen a preguntar su opinión sobre el estado del tiempo, las tendencias de la moda primavera-verano y los resultados de los partidos de futbol.
No es necesario que López Obrador marque agenda hoy como cuando era jefe de Gobierno o candidato a la Presidencia de la República porque su administración es tan poderosa que no permitió que quedaran enemigos en puestos clave que pudieran hacerle sombra.
No es necesario verlo todas las mañanas diciendo lo mismo y menos con ese formato tan anticuado que cada vez es más difícil de cubrir por parte de los medios de comunicación.
Porque “rating” no deja. Porque la noticia que da cada vez lo va dejando más mal parado como personaje, como autoridad física y moral.
Menos es más, mucho más. ¿O usted por qué cree que a Donald Trump le va pésimo con sus tuits?
Ojo: yo no estoy proponiendo que el Presidente se aísle. Siempre hay formas, formatos y hoy, gracias a las nuevas tecnologías, AMLO, si se asesora, se podría convertir en el rey de la comunicación.
Cien días es un bonito número para impedir que sus mañaneras se conviertan en una catástrofe. Cien días es un buen pretexto para cambiar. ¿O usted qué opina?
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