Para saber quién es quién, hay que mirar y escuchar los mensajes navideños de los presidentes de México.
Nadie como Claudia Sheinbaum para conectar con el pueblo en estos días. Nadie como la primera mujer presidenta de México para combinar calidad, calidez, humildad y sabiduría en estas emisiones.
Lo hizo en 2024 y ahora, en 2025, no sólo lo volvió a hacer, lo mejoró con una producción mucho más cuidada y un discurso que vale la pena analizar y que reproduzco a continuación.
Voz grabada mientras vemos a la presidenta con su esposo recorriendo Palacio Nacional: “A todas las familias mexicanas les deseamos una feliz Nochebuena y una feliz Navidad.
Sabemos que esta noche, en cada rincón del país, hay siempre esperanza. En una casa, en un barrio, colonia de las ciudades. En un pequeño pueblo en el campo, en la costa y en el desierto.
En el norte, en el centro y en el sur, sureste de nuestro hermoso México, hay amor y esa fraternidad que compartimos como mexicanas y mexicanos.
Somos un pueblo que sabe reunirse alrededor de la mesa, que convierte lo sencillo en celebración, que abraza fuerte y que nunca olvida a los suyos.
Somos la palabra compartida, el plato servido con cariño, la risa que sana y el recuerdo que acompaña.
Damos gracias a nuestras madres y padres, a nuestras abuelas y abuelos que nos enseñaron a resistir con dignidad y a querer con el alma.
Gracias también a todas las niñas y a los niños que nos recuerdan todos los días por qué vale la pena luchar.
Esta noche pienso también en quienes están lejos de casa, en quienes trabajan para que otros estén a salvo y en quienes hoy extrañan a alguien. También en nuestros paisanos y paisanas.
A nuestras fuerzas armadas, a las y los policías, trabajadoras y trabajadores de la salud, bomberas y bomberos, a los trabajadores del transporte y a muchos otros.
En México sabemos acompañarnos aún en la distancia. Que esta Nochebuena nos abrace como nación. Que la solidaridad que nos define y el amor por nuestra tierra nos den mucha fuerza. Que el orgullo de ser mexicanos nos acompañe hoy y siempre. Nuestra grandeza cultural nos alimenta”.
En este punto Claudia Sheinbaum le habla directo a la cámara: “Recordemos que lo más importante no es lo material, sino los valores y el amor por los demás. El amor por la familia y el amor a nuestro querido México”.
(Toma la palabra Jesús María Tarriba): “Con todo nuestro cariño les deseamos la mejor de las navidades y que la pasen en paz y unión”.
La presidenta remata: “¡Felicidades!”. Fin del mensaje.
¿Cuál es la nota? La profunda congruencia entre este ejercicio de comunicación, el del año pasado y lo que la presidenta dice y hace todo el tiempo tanto en “La mañanera del pueblo” como en sus actividades oficiales.
Congruencia que la ha convertido en un éxito de aprobación, popularidad y liderazgo tanto a nivel nacional como internacional.
De hecho, hay frases que se repiten como lo de lo material y lo de los valores.
Lo que más destaca es la manera como suma a las mujeres, a las personas adultas mayores, a las niñas y a los niños, a las mexicanas y a los mexicanos que están más allá de nuestras fronteras, a las servidoras y a los servidores públicos, al campo y la ciudad.
Es un mensaje de Navidad para todas y para todos donde los protagonistas somos todas y todos, y donde la presidenta y su esposo, en lugar de lucirse, hacen que nosotras y nosotros nos luzcamos.
¿Cómo? Recordándonos quiénes somos, de dónde venimos, qué pasa en nuestras mesas, en nuestros hogares, en nuestros corazones.
Fíjese, por favor, en la inteligencia que hay detrás de estas palabras dichas sin maquillaje y con el más modesto de los vestuarios porque independientemente de la fecha, independientemente de las fiestas, son una invitación a la unión.
No hay manera de escuchar esto y de no concluir que sin importar cómo vivamos, la región en la que estemos, la ideología que profesemos ni nada de nada, la Navidad nos une, Claudia Sheinbaum nos une.
Hoy, cuando el mundo está tan dividido, cuando el sueño del algoritmo es la polarización, que venga nuestra presidenta a unirnos sí es mucho muy relevante pero, sobre todo, mucho muy valiente.
Se necesita una valentía verdaderamente extraordinaria para retar así al sistema, para confrontar así los intereses económicos de tantas instancias y para desafiar así la vanidad de tantísimas personas. ¿O usted qué opina?