Balazos en los pies

Ciudad de México /

Llegó la temporada de angustia e incertidumbre. Amenazas, insultos, mucho spray de pelo y autobronceador, pero tenemos una salida. Cada vez que escuche la voz de Trump cierre los ojos. Ya sé, parece plan de huida de niño pequeñito: como si al cerrar los ojos el mundo exterior no pudiera entrar para hacer un desastre y romper las cosas que tenemos tan bien arregladas y dispuestas en nuestro interior. Los párpados como exclusas de la existencia. Ciérrelos. La estrategia que propongo es simple y funciona. De ahora en adelante, cada vez que escuche a Donald Trump hablando sobre nuestro país, cierre los ojos y piense que quien en realidad está hablando es Andrés Manuel López Obrador.

Se trata de una estrategia en la que nadie ha caído en cuenta, pero nos dota de una ventaja que puede ser la única capaz de sacarnos de aquí. Dicen lo mismo, se comportan igual y nosotros vimos con los ojos y hasta con la boca abierta cómo gobernó Andrés. Así que cada vez que piense qué motiva a Trump para hacer lo que hace, cierre los ojos y recuerde qué motivó a Andrés Manuel para hacer lo mismo. ¿Está solo amenazando o va a cumplir lo que dice? Si ya cerró los ojos y vio a Andrés Manuel, ya tiene su respuesta: sí lo va a hacer, obvio sí.

Partamos de la similitud en el contexto: Trump no tiene futuro. No se puede reelegir y es un hombre mayor. Pase lo que pase, él ya no estará para enfrentar las consecuencias. ¿Qué pierde entonces con las decisiones extremas que anuncia? Nada, al contrario, hasta se ve joven y con más energía gracias a esa extraordinaria segregación de adrenalina. Igual le pasó a Andrés. Pero es que Trump está tomando decisiones aún antes de tomar posesión. Igual hizo Andrés. Es más, Andrés Manuel no solo canceló Texcoco antes de ser presidente, destruyó el Poder Judicial después de dejar de serlo.

Si toma las decisiones que anunció, “Trump se estaría dando un balazo en el pie”, dijo el secretario de Economía, Marcelo Ebrard. Cualquier vaquero se estaría revolcando de risa, imagínese ahora al futuro presidente. Por supuesto que se lo daría. Pensemos en Andrés, acabó la presidencia sonriendo, lleno de ocurrencias fallidas y los dedos de los pies sangrando y llenos de curitas.  

Sin embargo, Trump habla de los mexicanos que cruzan la frontera con desdén, con asco. Cierre los ojos. Es igual que cuando Andrés hablaba de los aspiracionistas, de los neoliberales, de los fifís.  Los enemigos. La historia que, de tanto repetir, la gente se creyó y ahora espera a que el líder los fulmine.

No, nuestro gobierno pierde el tiempo al analizar la personalidad de Trump y cómo convencerlo de que está en un error. Si Andrés Manuel jamás se equivocó, por qué habría de hacerlo Trump. 

Nuestro gobierno tiene que cerrar los ojos y, para convencer a Trump, pensar en convencer a Andrés. Hacerlo ganar. Jamás revelar a sus seguidores que en algo falló y mucho menos que se equivoca. Engrandecer sus logros aunque ni siquiera sean de él. Hiperbolizar su narrativa.

Trump y Andrés Manuel, dos personalidades con una contradicción esencial: son populistas-individualistas. Creen en el pueblo y en un solo individuo o más bien, al revés.

Cierre los ojos, el carrito de la montaña rusa está por tomar la curva.

  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
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