La gente es capaz de decir mucha vileza y crueldad simplemente por idiota. No solo eso, además de decirlas, la mayoría de las veces no mete freno para hacerlas. Bochornosas. Cosas que huelen demasiado a humano. Humores descompuestos, olores fermentados. Todo eso que tanto usted como yo conocemos desde hace tiempo. El tema no es que eso suceda ni que así huela, siempre ha sido así, lo curioso es que no nos moleste el olor y nos parezca tan entretenido mirarlo.
Se trata de una especie de vicio. Ver lo que hacen y dicen los otros. Hablar de ellos. Mirar por la ventana, algo que en su simpleza es tan entretenido que hasta los perros y los gatos lo hacen. Escuchar detrás de una puerta. Ver por el ojo de una cerradura. Todo lo cual no deja de tener un toque esperanzador: el hecho de que en estos tiempos nos siga pareciendo interesante lo estrictamente humano. Un fenómeno que hoy va mucho más allá del voyeurismo de oportunidad o la mirada morbosa e inesperada a un accidente carretero. Es el placer de hacerlo todo el tiempo y la oferta constante de obtenerlo. No, no me lea con esa cara. No se haga el desentendido. ¿O será que el único que nos entiende es nuestro algoritmo? Ese que está programado para darnos cada vez más contenido extremo, porque es el que nos entretiene y consumimos.
La Casa de los Famosos. Sí, vamos a hablar de algo así de imbécil. Y es que con todo lo simple que le parezca, es hoy el contenido de mayor éxito en la televisión. El programa que adopta el formato de Big Brother y que hasta la semana pasada había registrado 6.5 mil millones de reproducciones de video en redes sociales. Como dicen sus creadores “un hito audiovisual y fenómeno social nunca antes visto en la televisión y en las plataformas”. Al grado que un periodista lo llevó a la mañanera y le preguntó al Presidente si la Secretaría de Gobernación no iba a poner un alto, mandar una nota para que se limitaran las conductas y se fomentaran los valores como ya lo había hecho la Secretaría de las Mujeres de la CdMx. Afortunadamente el Presidente dijo que no haría tal cosa, que no habría censura, aunque desafortunadamente, después dijo que se debería de hacer una plataforma netamente mexicana.
Lo primero que despierta una sonrisa es la petición del periodista. No entiende que lo que ve es el lenguaje de red social de todos los días traducido a televisión abierta. Ese en donde el odio tiene nombre: “hate” y resulta una consecuencia del éxito, mientras que la grosería y la agresividad son sinónimo de pertenencia e identidad. Ese es el mundo de los influencers.
La Casa de los Famosos es un éxito porque enfrenta a esos influencers (comandados por Adrián Marcelo) contra las figuras de la televisión tradicional (con Arath de la Torre a la cabeza). Con lo cual no solo tenemos el enfrentamiento humano en el confinamiento, también el enfrentamiento de medios: digital vs tradicional y, por ende, un enfrentamiento generacional: Adrián tiene 34 años; Arath, 49. El decir todo con la sonrisa imborrable de la televisión o el sarcasmo ácido y constante de las redes. En términos melodramáticos: el Bien contra el Mal.
Lo que no sabemos en estos tiempos es cuál es el Bien y cuál es el Mal, habrá que esperar a la final.